2ª Parte, Cap. 3, 2ª Escena ( - ... "Fue la madrugada de aquel último bar quien dio punto final a cada cual en su vieja historia." )
..."Fuiste tú mi Señor, yo tu perro , tu servidor, se acabó, ya está bien, ya no soy tu rehén... El amor, el amor , el amor y la posesión, y la posesión"... - En el radio de mi automóvil, se escuchaba la letra de aquella canción cantada por la firme voz de aquella cantante española.
...Aquí adelante, en el semáforo a la derecha, está aquí cerca. - La voz de Erick me daba instrucciones sobre cómo llegar al departamento de aquel hombre. Mientras que mi mujer en el colmo de los desatinos y sin darme oportunidad para hablar mas con ella antes de que cualquier cosa pudiera suceder, había subido al auto de Samuel.
..."Fue la madrugada de aquel último bar quien dio punto final a cada cual en su vieja historia. Unos ojos furtivos en un cuarto de hotel. Quizás para olvidad otros amores de ayer. Hay que echar de la cama, pudor y fidelidad y ver las manos volar los ojos llorar sobre nuestros cuerpos..."
-Está cabrona tu vieja...- Fue lo siguiente que le oí dirigir hacia mí. Por lo que un tanto molesto con él también por haberme puesto en tal desventaja ante todos busqué reclamarle.
-Oye Erick., dime que pasó... ¿Por que de repente todo esto de ir a la casa del mugre negro ese?... Cuando regresé de los baños, ésta loca ya traía todo este desmadre y ni me hablaba...
-No, no pasó nada, Samuel como que empezó a tirarle el calzón desde que Tomás y tú se fueron...- Explicó este sin inmutarse mayormente por el estado en que me encontraba yo. - Luego yo fui por unos cigarros y cuando regresé ya nada más la oí a ella que le decía que sí., que si él ya sabía lo que había pasado la otra noche en tu casa,, no sabía lo que ella era capaz de hacer por conseguirlo., y le dijo: "Lo que te hayan contado es poco comparado con lo que traigo puesto esta noche"...
Y entonces. -Continuó - Samuel cuando yo ya regresé y me senté le pidió que le diera detalles pero Tomás le dijo que sólo si te convencían de que fuéramos a su departamento y les ayudaba a entrar al banco... Solo así la dejaría que se lo enseñara...
-¡No Erick, no inventes!- Me lamenté. -¿Qué hago?... ¿La dejo allí?... Paso y te dejo y ya si la muy puta anda haciendo esas cosas que algunos de estos dos infelices la regresen o se la queden...
Me encontraba totalmente apabullado y herido en lo más profundo cuando , en uno de esos extraños momentos que de repente el habitualmente insolente muchacho llegaba a tener, me preguntó:
-No, no seas perro con ella... ¿Qué vas a hacerle?... ¿De verdad vas a dejarla allí con estos cabrones?... Es la mamá de tus hijos y yo creo que al menos por eso además de que sea tu esposa yo si me quedaría aunque sea nada más para que estos no se pasen con ella y acabe mal el asunto...- Y luego de intentar hacerme reflexionar me cuestionó: - Ni modo que, ¿que vayas a hacer? Tampoco puedes bajar a romperles la cara... Es el jefe de ella y Samuel aunque no es tu jefe, si aparte de que te cancelen del banco, también puede hacer que te quedes sin trabajo en otros lados...
...Como te dije la otra vez, no van a violarla ni hacerle nada que no haya hecho ya antes contigo o el papá de su niña... ¿Cuál es el problema?...- Volvió a su acostumbrado cinismo.
¡Si, yo sé que no era ni es ninguna santa con la que yo me casé, pero tú sabes que siempre se ha hecho la muy bien portada hasta que empezó a trabajar con el idiota ese!... - Le reclamaba.
-Bueno si, sé que eso está muy duro ¿pero que?... Tienes dos o tres chances... como tú dices, me puedes dejar y dejarla a ver que cosas le hacen. Cerrarle la puerta y que no entre nunca más echándole fuera hasta sus calzoncitos y todas sus cosas cuando regrese... Quedarte sin trabajo... mandar a Samuel y al negro ese al demonio... pero yo sé que ella te quiere y tú la quieres... ¿por que no mejor te la llevas con calma y sin apresurarte ves que cosa sucede y ya luego lo hablan?... - Sugirió él.
-Como tú dices, no es la primera vez que lo hace o yo fui el primero con el que se acostó ella, pero es muy distinto...- Me lamenté más. - Antes ella no era mi esposa ni la mamá de mi hijo.
- Pues si... Pero tú siempre me dijiste que como dice el negro ese, es difícil estar con una cosita tan rica a tu lado y que todos los demás andemos siempre como perros queriendo cojernoslas...- Y filosofar.- Siempre hay un precio que pagar por las cosas. Si tu idea de hacerla que volviera a trabajar y estar casado con un bomboncito como Isabelita, no incluía la posibilidad de que alguno de tus conocidos o cualquier Juan en la calle quisiera meterse a la cama con ella, lo hubieras pensado.
Concluyendo: - Además, a mí tú siempre eme dijiste que te gustaban las viejas bien putas, ¿o no?...
-Si, pero...- Iba a argumentar cuando me calló para indicarme que buscara donde estacionarme.
-Ya. Es por allá atrás... Allá está estacionando Samuel el Mercedes. y el número 77 es a donde vamos...
-"¿A qué tenía yo que ir o bajarme?". "¿Acaso era yo un masoquista que aún entendiendo todo el engaño en el que bien sabía que me había visto emboscado, quería infringirme el dolor y regodearme en el deleite de la amarga derrota?".- Con la cabeza enredada entre aquellos y otros más inquietantes pensamientos, intenté comprender más que las palabras de aquel ignorante el por qué de mi pusilánime actitud. Preguntándome también a la vez. -"¿A que me bajaba?. ¿En realidad pensaba impedir que algo más extremo llegara a ocurrir?". O Simplemente -Como yo ya suponía - ¿quería saber si era capaz de hallarme presente cuando todo ocurriera y confirmar con mis propios ojos lo que mi esposa pudiera llegar a dejarles que hicieran con ella esta vez?.
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Isabelle, Mi Recatada Esposa.
2ª Parte, Cap. 3, 3ª Escena ( - ... "Larga es la espera, pero más larga cuando no se sabe lo que se espera " )
Entre todo el enojo, ansiedad y emociones que me producía ya en esos momentos la situación, al bajar de nuestro auto e ir en busca del edifico donde vivía y ya nos esperaba Tomás con mi amigo, debatiéndome con mis ideas mientras me encaminaba hacia la entrada del inmueble alcancé a dilucidar el hecho de que prácticamente sin duda, lo que sin darme cuenta del todo había presenciado aquella tarde al ver a Isabelle vestirse, no había sido otra cosa sino que ella no sólo para sentirse coqueta, femenina y sensual consigo misma o como concesión hacia mí por nuestro aniversario., probablemente ya anticipaba que al menos uno, sino es que todos ellos verían sus encantadoras prendas mas tarde.
...¿Si quedó bien estacionado tu auto?- Preguntó Tomás en cuanto llegamos a reunirnos con ellos y mi esposa en la puerta d vidrio del edificio.
-Ehr, si, creo que sí.- Sin poder apartar la vista de mi mujer que aunque era tan mía en esos momentos me parecía tan ajena y distante. Cómo si algo hubiera hecho yo durante la noche la tuviera molesta aunque no supiera yo que pudiera haber sido esto. Razón por la cual sintiendo que de cualquier manera era injusta su postura ante mí, actué en consecuencia ignorándola deliberadamente para demostrarle de alguna manera que sólo ella pudiera entender con mi indiferencia hacia ella.
De pronto la tensión que se dio en el momento mientras Tomás buscaba dentro de su bolsillos el llavero y yo sin saber como más conducirme para seguir sin dirigirle la mirada a mi esposa, se disipó cuando un hombre uniformado como conserje de hotel abrió la puerta de cristal antes de que Tomás pudiera encontrar la llave del edificio.
-Buenas noches caballeros... Buenas Señor... Encantado de verla señorita.... ¿Como ha estado?... - Con todo el aplomo de conserje londinense se dirigió a saludarnos sin darse cuenta que con tanta cortesía estaba cometiendo la más elemental de la torpezas y evidenciando a mi esposa., que de manera inmediata reaccionó casi soltando un suspiro al tiempo en que alertado también yo por el insospechado desliz del portero, también alcance a voltear a mirarla fugazmente antes de que se dirigiera hacia el elevador para evitar que notara su nerviosismo.
-Eh, si, bien Omar, todos estamos bien- Atajó el moreno antes de hacerle saber al indiscreto hombre. - Esta noche nos acompañan unos amigos, pero si quiero que por favor veas que sus carros estén bien cuidados . Son un Mercedes plateado que está parado aquí al lado y un Ford azul de esposo de la señorita que está estacionado aquí a dos o tres puertas más adelante. ¿Crees que haya problema?...
...Eh , en absoluto Señor Lanzagorta... ¿Gustan dejarme las llaves por si hay que moverlos?...- Recuperó la compostura al ofrecerse solicito a darnos la comodidad de hacerse cargo de nuestros vehículos.
De cualquier forma para mí ya a esas alturas me quedaba claro que aunque no iba a abandonarla a su suerte con aquellos hombres, había muchas cosas de las que no me había estado enterando recientemente acerca de mi esposa y que necesitaríamos hablar si no precisamente en ese momento, al menos si antes de que terminara la noche...
A lo mucho un par de minutos más tarde, cuando por fin entramos al elegante departamento que nuestro anfitrión rentaba, de inmediato Tomás le pidió a mi señora que preparara algo de café por si queríamos tomar mientras que él dirigiéndose hacia un pequeño aparato de música que tenía dispuesto sobre la repisa de un librero para encenderlo y seleccionar algo que escucharíamos., y una vez que las bocinas comenzaron a inundar el espacio con una suave tonada, se dirigió hacia el interior del departamento. Dejándonos en la estancia a m junto con mis dos conocidos.
...¡Maximus!.!Stay there Maximus!- De pronto se escuchó la grave voz del moreno cuando inesperadamente se escucharon unos agitados resoplidos acompañados de lo que parecía ser el ruido de algo similar a unas gruesas pezuñas resbalando agitadamente sobre el parquet del pasillo, hasta que luego de unos instantes el sonido amainó y aquel gutural estertor, terminó en algo parecido a un suave quejido de lamentación.
...¿Por qué no buscan allí en la cantina algún brandy o lo que quieran tomar si quieren acompañar su café?.- Nos ofreció Tomás volviendo de la otra habitación, luego de haber controlado la situación allá dentro . Y en cuanto Isabelle volvió de la cocineta tomó la botella de Marnier Rojo que Erick había tomado del bar y sin mayores preguntas nos sirvió a todos un poco de este en nuestras bebidas. Ocupándose especialmente de verter un poco más del ambarino líquido en cuanto mi esposa tomara el primer trago de su taza.
Minutos más tarde, mientras les escuchaba conversar acerca de la propuesta que tanto les interesaba que Samuel aceptara, noté que al menos la mezcla había conseguido calmarme lo suficiente como para ya no hallarme tan molesto con ninguno de los tres como cuando había llegado a aquel sitio.
Al terminar mi caliente bebida, me disponía a pedir una nueva taza cuando Tomás notando que también Erick había consumido la suya nos ofreció un poco más pidiéndole a Isabelle que nos las rellenara, y preguntando si alguno más quería repetir.
-No., yo estoy bien., y ya saben que sus papeles el lunes veo que los admitan para que empiecen a trabajar con nosotros cuanto antes posible... - Se comprometió Samuel declinando el ofrecimiento mientras que sin parpadear observaba a mi esposa pararse del sillón donde se hallaba sentada.
-Bien... Muy bien Samu... Te lo agradecemos tanto que no sabes... Y por cierto que...-Hizo una pausa para voltear a ver a mi esposa al decir - Hablando de repetir Isa... Si a Daniel no le importa. Ya les había dicho que Samuel me pidió que volviéramos a jugar como la otra vez en su casa... De todas maneras, aquella noche creo que no terminamos el juego...-
Terminó de decirle justo cuando esta se inclinaba ante la mesa de centro para recoger el par de recipientes donde se suponía que nos serviría. Ocasionando que al oírlo vacilara entre girar la cabeza para mirarlo y tomar nuestras tazas, antes de poder concentrarse de nuevo y tras examinar brevemente con su mirada la mía y la de Erick en busca de nuestra reacción, titubear todavía un poco al volver a fijarse en lo que hacía antes de enderezarse sin decir ni media palabra.
Aunque resulta por demás obvio decir que tanto Erick como Samuel de inmediato estuvieron de acuerdo., supongo yo que debido a que aun sin comprenderlo del todo de manera definitiva para ese momento con algo comenzaba a surgir dentro de mi diabólico inconsciente, que dadas las circunstancias en que me hallaba con ese sentimiento de abandono y engaño propiciado por Isabelle, al haberme puesto ante tan infame situación de tarado de la colonia, de pronto un perverso deseo por verla cometer de nueva cuenta tal clase de impúdicos actos exhibicionistas con los que seguramente aparte de la mía al menos también mancharía su imagen me hizo abandonar cualquier intención de alegar u objetar, y no obstante que sabía que lo que estaba por decir, bien podría dar un giro a las cosas o nuestra relación que se tambaleaba en esos momentos, simplemente me uní a la moción encogiéndome de hombros :
-Pues como quieran... Al fin que te imaginarás que tampoco creo que sea la segunda vez que Isabelita lo juega al menos contigo Tomás... Y pues si ya estamos aquí que mas da...
-No Tomás, yo creo que mejor no. Yo creo que Daniel está muy enojado conmigo y aunque le hayas dicho a Samuel y mi marido se me imagine no sé qué cosas que hayan pasado entre tú y yo o no sé cuantos más, no tienes dados... o con que juguemos a nada.
"Vaya manera de estar celebrando nuestro aniversario"- Pensé para mis adentro mientras la veía como me lanzaba aquella mirada desafiante llena de enojo. Resultaba increíble que todo fuera tan claro, ni esposa sabía a que estábamos allí o al menos ella había sido invitada al departamento. Y aunque ahora pretendiera adoptar esa actitud ingenua y hacerme caritas de molestia., todos estos hombres querían que jugara de nuevo poker o algún otro juego de prendas con el cual poder despojarla de todas sus ropas., y en vez de hallarse molesta con ellos por sus intenciones, por laguna extraña razón escogía mostrarse enojada conmigo mientras interponía apenas un leve pretexto para no tener que jugar como seguramente ya sabía que le pedirían.
...Bueno, no importa que no tengamos dados. De seguro Tomás tiene cartas o si no hasta con una botella que giremos , podemos jugar. Daniel ya dijo que él si jugaba. Sólo es cosa de que tú también quieras...- Sugirió Samuel.
-...Si, pero es que no sé- Insistió ella apartando la vista de mí.
-¿Qué no sabes mamita?- Cuestionó Tomás al tiempo en que Erick, notando que ella había abandonado la idea de ir a la cocina a servirnos de nuevo, se incorporó de su asiento a mi lado y se acercó a Isabelle para tomar de sus manos las dos tazas.
- A ver mami... dame estas cosas y yo voy a servirnos mientras tú piensas que les dices.- En burlón tono a la alocución del moreno., Erick se las retiró antes de hacer un gesto curioso y dirigirse hacia la cocineta.
A lo que Isabelle, sintiéndose ya atrapada terminó por interponer: - Bueno, es que aparte de todo, ustedes no saben, pero no vengo bien vestida para jugar algo así...- Y Samuel luego de intercambiar especulativas miradas con los otros dos, y siendo quizás un poco mas caballeroso de lo que esperaba ya de él para esos momentos, le ofreció:
Pero si te ves fabulosa con ese vestido... Imagino que el resto ha de ser igual de bonito... ¿Por qué no?., si quieres jugamos un poco y acordamos desde si tú quieres puedes dejar de jugar y terminar sin que te presionemos a nada... Así en cuanto te sientas incomoda ya damos por terminado el juego o partida de lo que sea que juguemos... O si lo quieres para que no te sientas presionada tu o Daniel, escribimos algunos pequeños castigos y si pierdes y hay algo que no te quieras quitar, escoges cumplirlo.
-¿Pero quien pondría los castigos o como sería?- Al oírla preguntar, sabía yo de una vez y por todas que finalmente todo estaba ya decidido y haciéndola ceder Samuel había conseguido salirse con la suya.
Lleno de nervios por lo que se avecinaba, no pude permanecer sentado mas en aquel sitio, por lo que intentando disipar un poco la extrema tensión que experimentaba me levanté del sillón y fui a buscar a Erick a la cocineta para que me entregara mi café, dejando sola a Isabel con aquellos dos hombres. Necesitaba tomar algo, y lo necesitaba pronto...
Por más que sabía que , por decir lo menos, toda aquella situación resultaba inconveniente desde el punto que se le mirara, y amen de tener claro que simplemente había sido engañado por todos para solapar una circunstancia que prácticamente ningún otro marido sensato toleraría que se cometiera en su agravió, había algo que, sin poder abstraerme por completo de lo que aquellos hombres pretendían conseguir al habernos llevado a aquel sitió, hacia que tanto su descaro como la aceptación y actitud displicente, por no decir que quizás hasta incluso sumisa de mi esposa a sus antojos ocasionaba en mi cierto morbo por saber hasta dónde les permitiría ella llegar conmigo presente.
En cuanto tuve en mi taza servida también con licor, apuré un buen trago hacia mi garganta que lo recibió con todos los soporíferos efectos que este causaba en mi torrente sanguíneo y el fragoroso envalentonamiento que me provocó a volver hacia la habitación principal y tras contemplar una vez más a mi mujer parada allí enfrente de ellos con su vestido y zapatos nuevos, mientras que entre ellos escribían apresuradamente en unos pequeños pedacitos de papel., por mi parte y en silencio experimentar un inusitado ardor que sin importar que ella fuera mi esposa, me hizo entender el porqué de que aquellos quisieran tener algo con ella. Reconociendo para mis adentros que aunque no pudiera decirlo, de verla vestida como lo estaba a cualquier hombre se le ocurriría que ninguna mujer pudiera estar mejor y deliciosamente ataviada para divertirse un rato jugando cualquier juego de prenda o condena.
En esencia lo que escuchaba que el par de mañosos le explicaban acerca de lo que jugarían, era que la convencían que para que no le pareciera que ninguno de ambos, Erick o yo querían abusar de la situación mediante los castigos o prendas, pondrían separados los papelitos con las tareas para ella, los que se cumplirían en cambio de alguna ropa, y las penas que se impondrían en el caso de que alguno de los que participara ya no tuviera nada puesto y quisiera recuperar alguna prenda o continuar simplemente jugando.
"Vaya imaginación que tienen estos dos"... - Entre mis múltiples y confusos pensamientos, pensaba al notar como aquel par en vez de adultos ya conscientes , parecían un par de quinceañeros a punto de conseguir su primera oportunidad con una mujer que por fin les hubiera hecho caso.
-Si pero no... - Rebatió ella en cuanto se enteró de la idea del último grupo de penas. -¿Qué caso tienen las últimas?... Yo ya acepté venir aquí con mi marido en el día de nuestro aniversario... Ustedes saben que él está bastante molesto con todo esto... Les aseguro que no tienen ningún caso esas últimas. Si acaso llegara a perder la ropa, de ninguna manera seguiría jugando y menos delante de él...
-Bueno si, pero ya olvídate de reclamos... Ya habíamos quedado desde que aceptaste. - Refunfuño Tomás. - Además, ya los escribimos y son sólo cosas que nos gustaría verte que hicieras mas que nos pagues con prendas... Por ejemplo bailar o contarnos alguna confesión que nunca hayas hecho...
Cada vez me parecía más la actitud de adolescentes que de hombres de mayores de cuarenta. Insistí para mis adentros mientras los escuchaba convencerla. Aunque... Bien sabía yo lo que había sucedió hacia menos de cuatro semanas. Y que de ninguna manera había sido un juego de niños.
Y en eso meditaba en tanto que sin dejar de escucharlos bebía de mi taza cuestionándome por qué me sucedía eso. -"¿Qué estás haciendo Daniel?"... " Es claro que esos castigos de los que ellos no le dicen, son cosas que ellos quieren verla haciendo., seguramente comprometedoras e indecentes"... "¿De veras vas a dejar que lo hagan?"- Cuando de pronto haciéndome salir de mi expectante anonimato, Isabelle girando sobre sus tacones volteó a dirigirse hacia mí para acercárseme y llevándome hacia la entrada de la cocineta preguntarme si estaba de acuerdo o tenía algo que decir acerca del asunto y el modo en que le planteaban las cosas.
¿Qué iba a decirle?.- Sorprendido pensé para mí. - Sabía de sobra que todo aquel asunto de la reunión había sido una equivocación de mi parte, tanto como un engaño en el que me había dejado envolver y aprovechado por Tomás para ofrecer a mi esposa como carne de cañón para complacer a Samuel y terminar de crear un vínculo de negocios entre el banco que mi amigo representaba y la empresa para la que laboraba mi esposa... ¡Esto lo había yo visto suceder una y mil veces!... Sólo que usando para tan corruptos fines a alguna cabaretera o encubiertas damas de compañía que disimulando su verdadera condición durante las reuniones o comidas a las que uno las llevaba en calidad de animosas secretarias de relajados principios, supuestamente listas a recibir inesperados flirteos y propuestas por parte de los clientes a los que uno quería atraer con aquellas falsas lisonjas. Pero nunca., al menos que yo tuviera noticia, usando a la esposa de otro para ofrecerla como diferenciador o postre que inclinara la balanza a favor de uno.
En un santiamén, antes de contestar, también pensé: -"Bien... Tú bien sabías en lo que te metías con todo esto... ¿No es cierto?.. ¿Ahora por que te haces pendeja Isabelita?... Si ese es el papel que te gusta tener pues a ver ahora como sales de esta"...
Sin duda me hallaba algo bebido y también ofendido cuando después de mirarla parada allí delante de mí, contesté:
-Bueno, no sé que me preguntas ya a estas alturas... Estos dos te han estado encuerando con la mirada desde que te vieron... Y de verdad que ni que decirles Isa... Yo vi lo que traes puesto debajo de ese vestido y de seguro a ello les encantara como te vez sin tanta ropa... - Solté con el tono más sereno posible. Antes de sacarme la espina:
Es más, yo prácticamente ni quería entrar para que tú hicieras con ellos lo que necesitaras... Pregúntale a Erick.-Y aclarar- Pero bueno, si ya estamos en estas y tú creo que ya lo tenías bien decidido desde mucho antes de que siquiera llegáramos al bar, hazlo...
-No bueno no., pero es que yo pensé que... - Dejó a medias. - Es que ellos me dijeron... - Tampoco alcanzó a completar cuando la interrumpí:
- Ya veremos qué pasa... ¿No?... Digo, no es esta la primera ni creo que sea la segunda o ultima vez que lo hagas por lo que ya me supongo... En la casa tampoco me preguntaste gran cosa cuando el negro ese casi te encuera completa. ¿O si?...
Planteamiento con el que anticipadamente sellé el resultado de lo que vendría.
...¿Ya Isa?... Daniel... ¿Vas a dejarla jugar o no hombre?- Desde la habitación principal se escuchó la voz del negro apresurándonos.
Isabelle., con una perturbada mirada que no apartó de mi rostro, se quedó por unos instantes escudriñando mis ojos y cara, antes de que sin apartarme la vista abriera sus labios para responderle que allá iba. Y volviendo a girarse delante de mí, volvió a andar sobre sus pasos.
-¡Bien!... ¿Ya estás lista?... ¿Daniel no viene?- Escuché que le preguntaban.
...Si, allá voy... Empiecen, empiecen... Yo nada mas me sirvo otra taza... ¿Alguien más quiere?...- Evadí tener que salir en ese momento y mostrarme ante ellos.
-Mira., aquí... Anota lo que tú quieras que sean nuestros castigos.- Alcancé a oír a Samuel que le decía sin poder evitar disfrazar un tono de excitada anticipación que, supongo yo, era similar a la de los otros dos, pero no tanto a la mía que sin poder evitar sentirme tan confundido con una mezcla de resignación y cierto morbo de perversa excitación por lo que con mis palabras acababa yo mismo de haber precipitado y tal vez pronto sucedería. Y que al menos sin tener que admitirlo ante nadie, ya a solas conmigo y mis pensamientos en aquel sitio pude reconocer dentro de mí.
Con todo, cuando después de servirme, y escudado mi rostro detrás de aquella que era mi tercera taza de café, volví a reunirme con ellos y procurando evitar sus miradas me acomodé en un sillón de dos plazas que aun se encontraba vacío, y sin poder evitarlo volteé a ver a Isabelle que sentada del otro lado de la habitación empeñosa se hallaba escribiendo sobre algunos pequeños pedazos de papel que inmediatamente después doblaba para que nadie los viera, percibí en ella un aire de atosigada renunciación disimulada bajo lo que aparentaba ser una actitud más resuelta.
Las reglas del juego que propusieron mientras ella seguía anotando en los pequeños cuadritos de papel, eran más que simples y parecidas al juego del 21 o Black Jack, sólo que sin una banca determinada. Ningún jugador podría quedarse por debajo de los 16 puntos, él que tuviera el juego de barajas más bajo perdería la mano y tendría que pagar con un castigo o despojarse de una prenda. En caso de haber empate hacia los puntos bajos, uno de los perdedores tomaría la condena mientras que por fuerza el otro se removería algo de ropa. Y en el de que alguno se "reventara" sobrepasándose del 21 , todos los demás que no hubieran excedido la cuenta, serían considerados como ganadores y podrían imponer el tipo de sanción que se les antojara hacer que el perdedor cumpliera, ya fuera de prenda o castigo.
...Miren, yo no juego- De improviso les aclaré.
-Ay , ya tú no empieces...- Empezaba a reclamar Erick cuando para calmarlo aclaré:
-Espérate tú... Si aquí la idea es que ustedes quieren hacer que ella pierda, de menos yo puedo ser la banca y ver que no le hagan trampas a mi señora...- Y acercándome hacia la mesa del centro, me hice de los dos mazos de cartas con que planeaban jugar.
-Ándale, si, eso sí me parece justo. ¿No?... ¡Tu Osama!...- A voz en cuello, animoso expresó el muchacho su aprobación.
...¡Obama!., Baboso., Obama no Osama...- Sonriente le reclamó el hombre de color , antes de aclararle - Osama es el musulmán ese que vive en cuevas... ¡Obama es tu padre!.
-Ahhh si, perdón Obama... ¡Japón es tu padre y china tu madre!... ¡Checa tu mail!...- De repente Erick parecía haber vuelto a la vida con esa irreverencia a la que siempre nos había acostumbrado.
Oigan sí, pero les aclaro que tengo chance de decidir no jugar más si no quiero... ¿Verdad Samuel?...- Busco ayuda Isabelle antes de comentarles que no se hicieran muchas esperanzas de que ella fuera atreverse a llegar mas lejos de lo sucedido en la casa o cumplir castigos como los que suponía que se les habría ocurrido escribir.
...Así es de que casi ni caso le veo a lo del otro cenicerito con los castigos que se les hayan ocurrido... Los del primero si, ándenle... De acuerdo y con lo de las ropas como ya sé que de seguro Tomás va a decir que mis zapatos, collares , anillos y cinturoncito no valen, si quieren me los quito de una vez...- Ofreció astutamente , quizás para disminuir la tentación que aquellos chacales pudieran tener, pero tanto Tomas como Samuel se lo impidieron asegurándole que no sería necesario, e incluso amenazándola ya de entrada el moreno de chocolate, al llevarse la mano hacia la hebilla de su cinturón y decirle.
-Tú te quitas cualquier cosa y nosotros nos quitamos entonces también de una vez zapatos, pantalones y calcetines... A ver quién pierde antes...- Ocasionando que tanto Erick como Samuel le celebraran la gracia con carcajadas. - En los papelitos de este otro cenicero dice que se tiene que ir quitando cada uno, en ese otro están los castigos y en ese los tuyos.
En corto, podía decirse que el negro ese sabiendo bien lo que hacía, había conseguido a su vez reducir a mi esposa, dejándole bien claro que sería él y no ella quien impondría condiciones. De pasada con el hecho de poder anticipar de de una u otra manera con el juego en tales condiciones, a menos que mi mujer jugara una sola mano perdedora, tendría que o que cumplir una penalidad o despojarse de alguna de sus ropas.
Sin perder detalle de lo que hacía, Isabelle observó cada movimiento de mis manos cuando bajándome del chais lounge para acercarme a la mesa del centro, comencé a repartir los naipes entre los cuatro. Simplemente había ya decidido que no daría excusa para qué no jugaran., y tendría que ser ella la decidiera ponerle algún alto a las cosas si quería que la partida terminara antes de que algo escandaloso sucediera de nuevo.
Pasadas las tres primeras manos, que fueron perdidas por Erick en una y Tomás en dos ocasiones que sin que nadie se lo refutara escogió quitarse zapatos y calcetines, hasta la cuarta ronda fue el turno de Isabelle de quedar con las cartas mas bajas al repartirles yo el primer par de naipes, que la llevo a preguntar si a fuerza tenía que pasar del conteo de de diesciseis.
-¿Problemas Isa?... - Con gusto de hallarla en aprietos Samuel le preguntó disfrutando lo que de seguro se vendría enseguida.
...Te aclaro mamita. Esta vez lo que sea que cualquiera se quite se lo tiene que quitar aquí delante de todos.- Le aclaró Tomás también divertido del predicamento que con su indiscreción parecía estar anunciando mi esposa. Corriendo en seguida al menos la cortesía hacia mí de pedir mi opinión. - Digo., aquí esas son las reglas de la casa, a menos que tu marido le parezca indebido... Él lleva la banca y pone las reglas.
-¡¿Y que te hace pensar que yo voy a perder o tener que quitarme algo!?.- Le cuestionó ella sonriente., aclarando enseguida. - También puedo tomar un castigo de estos...
Al final de la mano, resultó que fue Erick el que terminó perdiendo por sobrepasar el conteo, mientras que Isabelle con un par de sietes y un dos, quedó en la cuenta mínima., y lo celebró entusiasmada.- ¿Ya vieron?... nada de castigos ni ropas... Tú Erick que vas a quitarte o perder?...
- A ver... déjame ver tú que castigos pusiste...- Se abalanzó sobre el cenicero grande y abriendo uno de los que sabía que Isabelle había escrito lo leyó., dibujándose una sonrisa inmediatamente en su rostro al decir. -Ahhh., ¡ok!... Así mejor si pierdo...
-¿Qué?... ¿Qué dice?... ¿Qué cosa puso?...- Movido por un estallido de morbos que me traicionó, quise saber. Aclarando enseguida la regla. - Sólo si hay duda o nadie te cree me lo das para que lo vea., pero se supone que el castigo lo lee cada uno Erick...
Bueno, aquí dice que la próxima vez que pierda algo de ropa, alguien tiene que ayudarme a quitármela y a mi me toca decidir quine quiero que me la quite.- Explicó tendiéndome el papelito para que lo leyera.
Quedaba claro que los castigos que Isabelle había pretendido imponer bien podían haber sido pasados por demasiado inocentes, amen de haber desperdiciado la oportunidad ya en ese momento, de aventajar a alguno de ellos, al dejar impune la perdida en aquella ronda y hacerla aplicable para la siguiente ocasión.
La partida continuó con la siguiente ronda que por fin perdió Isabelle al sobrepasar los veinte y un puntos. Para los que ella decidida a no dejar quitarse ningún artículo de su indumentaria, luego de pensarlo por unos momentos escogió pagar con una penalidad de las que tenían escritas para ella. Quedaba claro que como en la vez anterior, todos sus aretes, zapatos, reloj y colguijes, tan sólo valdrían todos ellos, como uno sólo, si no es que acaso según lo que había comentado Tomás al inicio, ni siquiera le fueran aceptados en forma de pago. Y en caso de incluso tener que quitarse las medias o cualquier otra cosa que llevara puesta bajo el vestido, al tener que removérsela delante de todos, ocasionaría que ellos vieran más de lo que suponía querer que llegaran a ver de la manera en que iba vestida.
Tomó un papel y lo leyó para si misma al tiempo en que aparentemente sorprendida de sus labios que parecían repasar en silencio cada palabra de lo que leía, de pronto surgió algo parecido a un respiro apagado.
...¿Qué pasa?. ¿Qué dice?...- Alarmado me apresuré a preguntar sin recordarle que fuera lo que fuera tendría que leerlo en voz alta.
Volteó a mirarme primero antes de preguntar quien había escrito aquella condena y tras escudriñar con la vista todo el cuarto, comenzar a decir en tono bastante apenado y voz baja: -"Dice que cómo perdí, debo aceptar bailar al menos una canción pegadita con el o los que hayan ganado la ronda y permitirles que mientras bailemos me besen o acaricien en donde quieran o cualquier parte del cuerpo que este a la vista o no esté cubierta con tela"...
¡Bien!... - Al unísono se escuchó la exclamación proviniendo de las gargantas de Tomás y Erick., que con las mismas puntuaciones de 20 habían ganado la mano.
...¡No, no , espérense!... ¡No puede ser!- Intentó alegarles, pero no había de otra., ella había perdido y a no ser que en ese momento declarara que no pagaría y terminara el juego, muy a pesar mío tendría que cumplirles a los dos ganadores.
Buscó ayuda en mí, aunque yo me limité a decirle que efectivamente había perdido y sólo dependía de ella la opción de cumplirles o no. Por lo que reluctante y de manera aparentemente aun no muy convencida de que aquello fuera lo justo accedió a bailar con los dos., pero aclarándoles que antes de hacerlo quería que estuvieran conscientes que ella si cumplía con su palabra pero siendo que únicamente sus brazos, manos, cuello y cabeza reunían la condición para cumplir con el pago, no podrían intentar ir mas lejos.
Y aunque yo bien sabía que de alguna manera aquello no era del todo verdad, no dije nada para hacerles notar que en realidad aun tomando en cuenta sus piernas cubiertas por las medias, entre los diminutos panties transparentes que tenía puestos y la banda oscura del elástico de sus medias, había una zona que podría considerarse descubierta para la finalidad de aquellas circunstancias.
¡Si, claro que sí!... Tú no te apures. ¨ Aun con mayor entusiasmo escuché a Erick prometiéndole al tiempo en que yendo a buscar dentro de su chamarra sacó un disco compacto y se encaminó hacia el aparato de sonido.
...Por favor caballero.- Con fingida cortesía ofreció el primer baile a Tomás justo antes de que habiendo terminado de seleccionar una canción, comenzaron a oírse los primeros acordes de una canción que de inmediato Isabelle reconoció y se paró para bailar.
... " En la oscuridad puedo oír tu voz. ¿Qué herencia he de pagar?... Que antiguo es el castigo"...
En cuanto Tomás se acercó a ella, buscó colocar sus enormes brazos alrededor de Isabelle que en vez de permitírselo, lo apartó levemente en tanto que con una enigmática sonrisa dibujada en los labios y volteando a mirarme, le decía: "No papacito, no. Así me tocas por todos lados". -
Y Tomándole una de las manos al enorme moreno que aun con el cuello y cabeza inclinados hacia delante se alzaba justo encima de ella y sobrepasaba por mucho la disminuida figura de mi mujer con todo y tacones., la llevó hacia sus brazos desnudos y le aclaro que únicamente aquella zona era la que estaba incluida dentro del trato. A lo que Tomás con una sonrisa irónica accedió sin dejar de mecerse con la cadenciosa música.
Pero entonces para sorpresa mía, Erick moviéndose también al compás de la melodía llegó a situarse a espaldas de Isabelle, que casi da un salto al momento en que sin esperárselo sintió los dedos de éste recorriendo su pelo para llegar hacia una de sus orejas y apartarle los sedosos cabellos. Ocasionándole que ante la sorpresiva acción perdiera ella el paso y se quedara prácticamente parada allí entre los dos y sin saber que cosa decir, hacer o alegar.
Era claro que en las reglas no se había especificado que eso no pudiera ocurrir. Que fueran a ser uno, dos o incluso tal vez tres bailes que tendría con los ganadores por separado o uno solo con ellos al mismo tiempo durante la misma canción. "¿Qué caso tendría poner a debate aquel punto si bien sabíamos que harán mayoría?"...- Genuinamente recapacité., por lo que decidí no interferir en la acción., ni cuando luego de dejar a la vista el pequeño pendiente de perla que adornaba su oreja, desde atrás acercó Erick a ella su boca para besarla suavemente.
Al sentir lo que el muchacho hacía, de inmediato Isabelle volteó a verme con un gesto de apuro en el rostro, pero al igual que yo mismo supuse, dándose cuenta que no tenía como objetarle, tan sólo intentó apartar un poco su cabeza hacia un lado, aunque dicho esfuerzo quedó reducido a nada cuando Tomás motivado por el impulso de Erick, se inclinó un poco más hacia ella y cerrando la pinza, dirigió sus labios hacia el otro oído de mi mujer. En tanto que más abajo entre sus cuerpos algún movimiento que no supe descifrar en un primer momento, sin darle otra salida a las delicadas manos de Isabelle, el moreno se apoderó de una de ellas y entrelazando los dedos entre los de ella gentilmente tomó el control de sus movimientos al mismo tiempo en que el más joven de los tres hacia exactamente lo mismo con la mano derecha de la que ahora más que mi esposa parecía simplemente una presa entre dos lobos hambrientos que a modo de aperitivo, una vez habiendo conseguido acorralar entre ambos a aquella apetitosa e indefensa criatura se hallasen dispuestos a comenzar a saborearla empezando a ambientarse a su aroma, olisqueando y lamiendo aquellas tiernas orejas.
No obstante que, y no soslayando el hecho tampoco pasó desadvertido por mí de que tal vez con pleno conocimiento dado por la experiencia, ninguno de ellos dos hizo intento de precipitar sus ataques al ir en pos de los afables labios de mi señora. Todo resabio de enojo que pudiera albergar yo aun dentro de mí comenzó a menguar de forma definitiva ante la cautivadora visión que inundaba mis ojos e innegablemente había comenzado a causar trastornos dentro de mis pantaloncillos mientras observaba la escena que entre aquel par de lobos y una mansa e ingenua oveja personificada por mi mujer delante de mí, al verla siendo besada por aquellas dos bocas una notable erección comenzó a luchar por surgir y formarse bajo la tela de los pantalones que yo usaba.
Resultando para mí ya tan deliciosamente incomoda la sensación de la tela oprimiendo a mi miembro que al percatarme de ello, que cuando movido por un inefable deseo y con la mayor discreción de que me supe capaz ideé la forma de comparar el estado de exaltación en que me yo mismo me hallaba con el de ellos., y de seguro Samuel también mostraría si no hubiera estado sentado observándolos mientras bailaban tan cerca de él, tan sólo para caer en cuenta que ahora que pude percibir en sus dos acompañantes el par de bultos que sitiaban la delantera y retaguardias de mi señora, me resultó incluso más comprometedoramente placentera la estremecedora revelación que desafiaba la tensión de tejido de mis pantalones.
Al bailar ellos y moverse cada vez mas pegados al cuerpo de Isabelle, eran ya tan notorios los furtivos bultos que se acercaban a ella y la rozaban que habría sido cuestión de insensatos e idiotas no suponer que al moverse entre ellos, hubiera sido otra y no esa la razón por la que ella habiendo alcanzado a sentirlos y anticipando mayor cercanía o contacto más firme y directo, comenzara a intentar detenerlos, pero al encontrarse impedida de apartarse definitivamente de ambos a un tiempo, al intentar alejar su cuerpo de uno, lo que ganaba delante lo perdía por detrás al no poder evitar que su trasero rozara contra la persona de Erick , y al separarse de este ir a rozar su vientre contra el moreno que tenía la bragadura de su masculinidad justo a la altura de lo que sería el ombligo de ella.
... "Ese modo de andar... Ese look cha-cha-cha, casi casi vulgar., y esas cejas"... "Te dije si, si"... "Hay un ángel en tu mirada"... Ámbar y arena, boca insaciable sólo tú"...
De entre el estupor producido tanto por el alcohol bebido de mi taza y el aberrante estado de exaltación que me había provocado la insólita escena que había estado viviendo, de pronto me di cuenta que la canción había terminado y en cambió había comenzado una nueva.
..."Promesas y mentiras"... "Solo tú. Estrella de mi corazón"... "No he podido escapar"... "Me dejé dominar poco a poco"... "Una vez y otra más. Que locura"...
Isabelle por fin se dio cuenta y con un tirón rompió el encanto del momento que aquel par experimentaban con ella allí en medio. El castigo por fin había sido cumplido y ella.
...Ya, ya. Se acabó la canción chiquititos...- En cuanto estuvo suelta., con la respiración algo agitada y la voz ligeramente quebrada les dijo. No obstante, aunque en ese momento probablemente habrá pasado desapercibido para ella, al tiempo en que con sus manos acomodaba el cabello que le habían dejado bastante revuelto, al darse la vuelta para dirigirse hacia el sillón en donde estaba sentada, y quedarse ellos parados allí , en medio de la estancia, pude apreciar los prominentes bultos de excitación que se marcaban en sus pantalones.
- A ver... ahí les van sus cartas.- Comenté en cuanto para aliviar la enorme tensión que había quedado en el aire, comencé a repartir las barajas empezando por Isabelle., que, en cuanto las vio suspiró aliviada.
...¿Por qué no me salió esto en la pasada?. Al menos ya salí del castigo.- Comentó volteando a ver a Samuel, antes que a mí.
Después de aquella ronda, los hombres perdieron las siguientes manos sucesivamente hasta que Samuel percatándose de que no llegarían a ninguna parte en desorden, pactó con Erick y el otro que en vez de que tomaran castigos como forma de pago, y mejor contribuyeran quitándose prendas. De tal forma que para cuando Isabelle por fin perdió junto con el muchacho, a éste únicamente le quedaban los calzoncillos y camiseta puestos.
De inmediato mientras ella asimilaba la posición en que aquella derrota la había colocado mi esposa me pidió que le consiguiera un poco más de Marnier., a lo que accedí parándome de la mesita para ir a servirle mientras ella sopesaba las posibilidades que tenía ante ella.
La tensión era mucha y tal como habría sido de esperarse no disminuyó en lo más mínimo.aun con el trago que le dio a su copa enseguida de que se la di., y en cambio si aumento para mí cuando tras pensárselo un poco más ya con la ardiente bebida corriéndole por el esófago, supongo yo que tras sopesar las posibilidades aparentemente algo la hizo inclinarse a ponderar la circunstancia de que cualquier castigo sería mejor de cumplir si se mantenía vestida en vez de habiendo perdido sus ropas. Lo que de inmediato me sobrecogió y ponérseme la carne casi como de gallina al pensar lo que hubiera sido verla bailando entre mi amigo y aquel hombre minutos atrás si ella hubiera estado menos vestida.
De cualquier forma, ella optó por decir que no teniendo en mente quitarse prenda ninguna, tomaría una condena para pagar la mano perdida y fue a tomar uno de los pequeños trocitos de papel.
Curiosamente aparte de la música que seguía escuchándose en el fondo, el resto de la habitación parecía haber quedado en silencio mientras que por diversas razones y expectativas nuestros cuatro pares de ojos acompañaban a Isabelle cuando luego de agacharse a elegir un papelito del cenicero que tenían reservado para sus propios castigos, colocando la vista en lo que este sea que tuviese escrito comenzó a leerlo moviendo sus labios de forma casi imperceptible para los demás que tan sólo de notar el cambio de expresión en el rostro de mi esposa, dejaron de verla de manera tan intensa para intercambiar notorias miradas de complicidad acompañadas por fingidas sonrisas que denotaban anticipación de lo que indudablemente suponían que ella podría haber leído.
Lo que tanto yo, como seguramente tampoco Isabelle sabíamos en ese momento y tan sólo me enteré hasta más tarde, era que lo que aquella tercia de facinerosos habían hecho era repetir dos o tres de los castigos varias veces en los papelitos de tal manera que únicamente sería cuestión de esperar a que ella perdiera para que las simples probabilidades se inclinaran hacia donde ellos pretendían que cayeran. Y el silencio de ella luego de leer la sentencia indicaba que aquel plan a mansalva debía de haber funcionado.
El silencio de Isabelle delataba que había tomado el castigo deseado por ellos y fuera lo que este implicara la había dejado en estado de semi conmoción y pensando profundamente mientras repasaba una vez más lo leído.
-¿Qué dice?...- De de verla allí sin decidirse, me impacienté y quise saber que era tan terrible que la tenía tan indecisa sobre lo que hacer o decir.
-No... ¿Quién fue el chistoso?... ¿Fuiste tú verdad mocoso?...- Se dirigió entonces a Erick, antes de declarar que aquello era una trampa. - Buena idea, aunque es trampa y no creo que esto sea valido de nuevo o lo que se quiere dar a entender con esto y menos de usted Licenciado Penotti... Todo un director de banco prestándose a los engaños de mi jefe con este muchacho.
Terminó dirigiéndose por su apellido hacia Samuel en tono fingidamente severo al amonestarlo en guasa, aunque dejando claro que le parecía que la idea de repetirle castigos utilizando falsa retorica en la redacción resultaba injusto.
-Por favor Isa. Dime que dice...- Aunque presintiendo que de nada bueno podría estarse tratando, movido por una punzante curiosidad insistí en saber cuanto antes.
Dice que...- Mas que leer, casi en un susurro comenzó a decirme con voz un tanto nerviosa antes de voltear a mirarme para continuar - Se supone que no puedo dejar de jugar al menos una ronda más., pero el que gane laque sigue tiene derecho a quitarme lo que se le antoje quitarme a menos que yo gane y no puedo escoger otro castigo.
Tanto Samuel como Erick y Tomás tenían sonrisas de oreja a oreja atravesando sus rostros mientras la veían y gozaban del predicamento en que habían logrado volver a poner a Isabelle con aquella artimaña., y yo sin haberlo siquiera supuesto posible minutos atrás, de pronto avergonzado de mi mismo me hallé lidiando por controlar la profunda palpitación de mi pecho e innegable reacción masculina de concupiscencia que inexplicablemente me produjo oír a mi esposa revelando con aquellas palabras el engaño del que era objeto por aquellos hombres que para colmo ya no sólo sin importarles lo mas mínimo mi presencia sino ahora solapados por mí la acosaban sin empacho, mientras yo sentía humedecerse silenciosamente mis pantaloncillos.
- No. Samuel... Ya no juego. Ustedes dijeron que podía retirarme cuando quisiera.- Afortunadamente para mi conmocionado estado escuché a Isabelle rehusarse por primera vez de manera decidida, pero de inmediato Tomás mirándola con frialdad le aclaró que aunque no pensara seguir en el juego, tendría que pagar la condena que ya había recibido.
Mientras yo lo veía se plantó enseguida delante de ella y tras mirarla con aire contrariado volteando a mirarme al comentar que entendería si decidía abandonar el juego e irnos sin no dejarla jugar más, aunque no consideraba justo que considerando que mientras ellos habían cumplido su parte cada vez que perdían, Isabelle era la que menos había puesto en juego y perdido el menor número de veces, tal vez sólo temía por lo que yo pudiera decirle más tarde y para continuar querría que fuera yo quien tomara la decisión.
Pensando entonces que aparte de la morbosa confusión que me producía toda la situación y curiosidad por saber hasta donde sería capaz de llegar mi esposa, decidí que tal como lo había hecho ya ella al expresarles su intención de no seguirse prestando a aquel juego delante de mí y de seguro insistiría en abandonar la partida antes de que yo pudiera reprocharle algo más, por lo que intentando evadir la responsabilidad supuse que si ponía las cosas de forma tal en que retirara de ella tal decisión, movido en ese momento tanto por el alcohol como el incomprensible e ignominioso deseo de sentirme lastimado y avergonzado., me limité a decir que aunque no me correspondía a mi decidir si era o no correcto lo que jugaban, bajo las reglas que habían aceptado tenían razón de exigirle que al menos jugara la siguiente ronda.
-¿Lo ves mami?... Hasta tu marido sabe y está de acuerdo que para trabajar en una compañía o jugar es importante cumplir con lo que se promete... ¿No es cierto Licenciado Penotti?- Volvió a referirse hacia Samuel por su apellido al conminarla a cumplir.
De cualquier forma, apenas unos instantes más tarde aunque ella aceptó haber perdido la ronda anterior, arguyendo en todo momento a su favor desconocer la clase de sentencias que habían escrito para que cumpliera, por lo que insistió en pedirle a Samuel que no fuera valida una tan mañosa como la que acababa de leer. Ante lo que Samuel sin ocultar la tremenda sonrisa que tenía dibujada en el rostro sólo le pidió que la leyera una vez más.
-No Sam., si ya sé lo que dice pero sólo es una trampa... ¿Por qué no jugamos de nuevo o escojo otro castigo?- Para mi quedó claro que con lo dicho Isabelle simplemente se sentía presionada a no dejar de jugar, aunque no queriendo decepcionar a Samuel, apelaba a la conciencia de este finalmente para que decidiera si la disculpaba de la pena o le imponía tener que cumplirla.
-Bueno si chula... Sin duda podría hacer eso, pero...- Comenzó a contestarle Samuel antes de dejar en suspenso unos instantes para dar un trago y luego decirle de la manera más cínica y fría que aparte de que no creía que poder pensar en nada que en ese momento pudiera resultarle más placentero que tener el honor de quitarle alguna de sus prendas, se hallaba también completamente seguro de que ni Erick o Tomás se lo perdonarían sino aprovechaba la oportunidad. No dejándome duda alguna de que habiéndose interesado desde que llegamos a aquel bar por saber cómo iba ataviada mi esposa debajo de aquel llamativo vestido.
Con todo y eso dicho, Isabelle aún intentó vagamente oponerse pero entonces todo comenzó a precipitarse cuando la actitud de Samuel cambio por completo hacia ella al dejar su bebida y pararse de su asiento para quitar de la mesa las cartas, prendas y tazas., y volteando a mirar a mi esposa decirle:
- Mira Isabel, tú perdiste., tienes que pagar ahorita o más adelante pero ya estuvo bueno de andarnos con juegos. Quiero quitarte ese vestidito que traes puesto... Así es que ¿por qué no mejor te subes a la mesita para que yo no me agache?... Creo que después de todo me lo merezco., ¿ o no?... A ver tú Erick ayúdeme a subirla para que no se nos caiga o tenga que quitarse esos bonitos tacones...- Comandó él haciéndose cargo de la situación.
Con eso ambos intercambiaron miradas y sonrisas malévolas antes de que Erick obedeciendo a mi amigo fue a apostarse al otro lado de mi mujer para ofrecerle su mano y ayudarla a subir mientras yo apartándome hacia el sillón la observaba desde abajo y como un mudo espectador que teme ser descubierto interfiriendo o echado fuera por mirón, asombrado miré como de manera casi automática o por simple reflejo ella tomó tanto la de Samuel como el muchacho para ayudarse a subir a la mesa como le había sido pedido. CONTINUARA
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