2ª Parte, Cap. 3, 4ª Escena 3ª Parte
(..."Amada mía adúltera, mi gran amor, mi niña mimada, date la vuelta y óyeme. ...Quizás la culpa ha sido mía por no leer en tu mirada".)
...Abre los ojos mamita. - De forma directa y autoritativa le conminó él a que mirara lo que le hacía con los labios., e Isabelle, quien supongo yo que de alguna manera queriendo evadirse a su vez de aquella situación e intentando imaginarse seguramente que se encontraba en cualquier otro sitio menos que es ese, los había mantenido cerrados durante los primeros momentos, no tuvo ya de otra más que complacerlo y posar también la vista sobre aquel grueso palo de carne que ahora tenía totalmente pegado a los almohadillados labios con los que tantas veces me había besado hasta la mañana de aquella misma noche.
-...Eso.- Le celebró el negro al ver que le obedecía. - Míramela y ve que dura me la pusiste.- Dio la impresión de pretender congratularla por su impensado logro. En tanto que al escuchar la antipática alabanza, y sin atreverse a apartar la vista del tremendo pitón que ahora como un esponjoso punzón parecía querer aguijonearle para introducírsele entre los labios, hasta que trastocada por la obscena emoción del momento ella no pudo más y tuvo que apartarlos para tomar una bocanada de aire. Reacción que aprovechó a su favor él para violentarlos arremetiendo contra ellos con un fuerte impulso que consiguió traspasar su integridad y junto con al menos otros tres o cuatro centímetros más de carne, hundir la dilatada cabeza dentro de su boca.
...¡Esssso!., así. Abre bien grande mami para que te quepa...- Comenzando a moverse hacia adentro la aupó el muy bandido satisfecho de su nueva correría contra mi mujer. Al verlo de alguna manera contrasté lo que él hacia ahora con ella entre sus afrentados labios y lo que había sido nuestra relación de pareja sexual hasta ese momento. Misma que aunque con apasionamiento durante nuestras entrañables sesiones amorosas, siempre habían sido afectuosas., llenas de cariño y respeto. Normalmente a Isabelle el sexo oral no era algo que le agradara especialmente ofrecer, ni mucho menos si dejándose uno llevar por la excitación del momento, pudiera llegar a incurrir en rudeza o desconsideración hacia su boca, como lo sería penetrarla violentamente. Y sin embargo ahora allí estaba con aquella tremenda y oscura virilidad clavada entre sus tiernos labios.
Sin duda alguna por la expresión que se dibujaba en el rostro del dueño de aquel salchichón que ahora llenándolos por completo, aparte de la sublime sensación que de seguro experimentaba allí sumido entre ellos, parecía disfrutar también o incluso aún más contemplando los esfuerzos que ella tenía que hacer para rodearlo y acomodarlo entre sus labios, que eran tales que ocasionaban que incluso su rostro tuviera que deformarse para recibirlo. Pero cuando empujándose todavía más dentro embistió hasta el fondo y con todo para clavarle hasta la campanilla - y quizás más allá- su impetuoso garrote., a él pareció resultarle grato verla batallando antes de comenzar a lagrimear por reflejo luego de que sus ojos parecieron querer salírsele fuera de los parpados ante la insultante invasión a la que intempestivamente su boca estaba siendo sujeta.
... ¡No!., no mami. Tú puedes. ¡Cómetela!.- Apresurándose a tomarla firmemente de la cabeza por la parte de atrás, le impidió que se apartara de aquella tranca que ahora él no le permitía que expulsara de su cuerpo aun antes de comenzar a regañarla como si aquello fuera algo que ella como mujer forzosamente tuviera que saber hacerle a un hombre cuando aferrándose a un puñado de cabellos de ella se empujó aún más hacia dentro y le ordenó:
-¡Abre la boca y cómetela toda que si te cabe allá dentro!...- Aun cuando quedaban fuera algunos centímetros más allá de los diez que empuñaba en su mano., y aquello resultaba imposible si con los primeros o cantidad similar a esta que él ya había conseguido clavar dentro de ella mi esposa parecía estar comenzando a asfixiarse y ponerse morada con lagrimas escurriéndole por las mejillas.
Pero ni aún así mostró compasión alguna por ella, y en vez de apartarse permaneció con su pene insultante clavado entre ellos y regodeándose de su logro empezó a vociferar. - ¡Aaargghh sssi!... ¡Rico!... Que rico lo chupas... Que rica boquita... ¡Chúpalo más!... ¡Ma-aaaa-sss!...
-Ggghhgg...Hgghhh... - El gutural ruido proviniendo de mi mujer se alcanzaba a escuchar mientras intentaba respirar con aquella estaca clavada en la boca y las congestionadas mejillas ahuecándose alrededor del tremendo miembro que permanecía incrustado dentro de esta.
La visión que inundaba mis ojos era por demás sobrecogedora para mí. El rostro convulsionado de mi mujer mostrando señales de sofocamiento, y sus húmedos labios amoldándose sobre el venoso tolete como un sello, intentando abrirse todavía un poco más alrededor de aquel miembro para permitirle romper el vacio y lograr llevar algo de aire hacia su interior que le sirviera para evitar colapsarse allí delante de él y de mí mientras los demás la veían.
...¡Eeesso!- La elogió finalmente el ingrato moreno cuando moviéndose para atrás por fin decidió permitirle que respirara, dejándonos a todos ver como toda aquella porción de su grueso miembro había estado sumergida entre los labios de mi mujer iba reapareciendo totalmente cubierta por su saliva. Y cuando finalmente lo retiró del suave cobijo de aquel par de pétalos rojos un espumoso borbotón de saliva, que junto con un espeso hilo de baba que permaneció uniéndolo a estos, también escurrió hacia la barbilla de Isabelle que de pronto se vio embarrada con la reluciente emulsión producida por ella.
Aunque mi esposa probablemente no era consciente de la manera en que todos los ojos parecían enfocarse en su rostro y aquel pene, al verse liberada de la tremenda tarea, aun con las facciones desencajadas debido al abuso del que había sido objeto su boca, de algún modo intentó mantener cierto decoro y delicada dignidad femenina, aunque precipitándose al respirar de repente pareció estar a punto de atragantarse con su propia saliva y mientras sus ojos cubiertos de lagrimas y enrojecidos todavía escurrían hacia sus mejillas, se sacudió con una serie de ahogados tosidos y no le quedó más que escupir un poco de aquella sustancia, perdiendo cualquier posibilidad de mostrar mayor compostura, y alzando la vista hacia el dueño de aquel aparato invasor se le quedó viendo sin poder ocultar algo de pena y bochorno ante lo sucedido. Situación que lejos de amedrentarlo a él o cualquiera de los otros que habían presenciado aquel inmenso acto de humillación hacia su persona, pareció entusiasmarlos aun más.
...!Guau!. ¿Viste eso?. ¡Casi te la comes completa mi Chavis!- Lleno de morbo celebró de manera grotesca el muy cretino de Erick. Ocasionando que el bruto aquel decidiera lucirse ante sus amigos, y agraviando aún más su dignidad, en cuanto ella logró salir del impase que le había propiciado en la tráquea la saliva que había equivocado de vía, sin darle más tiempo para recomponerse, empuñó con firmeza su falo para blandirla delante de ella de un lado hacia el otro, antes de abofetearla ligeramente con éste delante de todos.
Primero dos veces de un lado, y luego cruzando su rostro hacia el lado más húmedo, volver a hacerlo de forma incluso mayormente sonora sobre la otra mejilla que usando la boca como caja de resonancia emitió un sonido hueco y mojado, antes de que él comenzara a pasear el empapado glande para pasearlo sobre la cara y cubrir todo lugar que pasaba con la reluciente sustancia.
Entonces a semejante ofensa la escaló una todavía más grande que yo miré completamente aturdido, cuando habiéndole parecido ya suficiente el ultraje contra el afrentado rostro de mi mujer y mi propia persona, separó su empapado ariete de las mejillas para terminar de levantarlo delante de ella y mostrarle los enormes sacos rellenos de esperma que colgaban debajo de éste al decirle:
-Vamos, enséñale a tu marido lo que me hiciste la semana pasada con esos labios cuando me trajiste... - Finalmente hasta lo más hondo encajó dentro de mí la angustia y sorpresa que con un final empellón se clavó ya por completo para terminar de fulminarme con la confirmación de mis más terribles sospechas.
Simplemente me hallaba perdido. Trastornado por la hiel con sabor de la infinita traición de la que ahora me sabía objeto ya en ese momento. "Ella, mi esposa, aquella mujer que con los ojos arrasados por las lagrimas y el enrojecido rostro cubierto de babas que ahora volteaba a mirarme llena de nervios y atenta ante lo que pudiera venir por parte de mí por reacción, había estado con aquel hombre ya anteriormente, y si era correcto lo que ahora yo suponía"...
Recuerdo no haber querido pensar ya más en ese momento acerca de la forma en que seguramente me había estado viendo la cara de imbécil durante, sólo sabría Dios cuanto tiempo antes de que me enterara yo de aquella manera y delante de mis propios conocidos.
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Isabelle, Mi Recatada Esposa.
2ª Parte, Cap. 3, 4ª Escena 3ª Parte ( Intermezzo )
( ... "Imposible mirar el pasado y dejar de pasar ...Sé muy bien que esa noche yo hice mal. ...Manché tu imagen, me perdí yo sola " )
Intentar explicar lo que sentí en eso momento creo que simplemente no me resultaría del todo posible., pero con aquella tremenda revelación ahora de repente muchas cosas parecían encajar en su sitio. La ropa nueva; el dejar de quejarse por el tamaño de sus pechos; la diferente actitud hacia el sexo; aquel abrazo de despedida en la casa o la llegada a aquel sitio con el portero que la conocía y tantas cosas que se arremolinaban en mi confundida cabeza en esos instantes.
Sé que leerme - para los pocos que a estas alturas de mi relato aún sigan animados con terminar de leerlo- no es cosa fácil, y mucho menos con tanta confusión y caos que se agolpan dentro de mis ideas. Pero para algunos de aquellos que me piden que sea breve y resuma, ¿ que otra versión podría escribirles en vez de intentar recrear toda la serie de conflictuadas emociones que me corroían?.
A ver, veamos:
(Versión corta para los que les gustan las situaciones rápidas y prefieren los relatos breves ) "Yo tenía una esposa muy guapa a la que quería y después de haberme sido infiel aun quiero., y una buena noche en que celebrando nuestro aniversario de bodas llevaba puesto un vestido que hacía relucir su despampanante figura, se dejo seducir delante de mí por tres hombres"... FIN
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No, la realidad es que las cosas nunca son tan fáciles ni de entender, asimilar o intentar describir. Y baste decir que aunque bien sé que no éramos ni ella la primera adúltera que había engañado a su esposo con alguno de sus jefes, ni yo el primer hombre que se enteraba de las infidelidades de su mujer, también entendía que no era nada nuevo que desde la antigüedad han existido maridos "tolerantes" casados con esposas "regaladas" que a veces son "cosa segura" para los otros., dentro de la herencia que conservamos, eso no es algo bien visto., ni mucho menos aún en mi propio país, que siendo la primera, o quizás dependiendo del punto del mapa geográfico por donde se le quiera comenzar a ver, la última frontera de costumbres tan comunes e idiosincrasia que marcan nuestra latinidad. Y más aún, que sin pretender ser racista de manera especial, el severo contraste del color de piel que había entre mi mujer y aquella macana de ébano que ahora acababa de violentar delante de mí la santidad de nuestro matrimonio, era descomunal.
Aunque por lo general en nuestra América es conocida como la raza de bronce, al menos la gente de piel tan oscura no es algo habitual en mi ciudad, ni mucho menos la norma en el resto de mi país. Y quizás sea por ello que el tamaño de la afrenta que mi mujer seguramente había estado cometiendo en mi agravio, revestía un doble agravio hacia mi persona.
No que por ello, yo quiera decir que se haber estado engañándome o prestándose a esa clase de jueguitos después del trabajo con algún otro hombre de piel blanca hubiera hecho que calzara más cómoda la inmensidad de los cuernos que ahora sabía que tenía puestos delante de todos, pero algo había de especial en imaginarla y saberla capaz de engañarme con aquel impetuoso y demandante moreno que ahora parecía dominarla de una manera tan animal como con la que un macho domina a sus hembras.
Perdónenme que me exprese de la siguiente manera, pero es que no siendo ni ella , ni él, ni yo mismo, animales algunos, simplemente aparte del tamaño de mi vergüenza, el color de piel de aquel negro, magnificaba para mí la "putéz" de mi esposa, casi tanto como mi estupidez.
No sólo era hasta ese momento que me daba cuanta de algo que debería de haber intuido hacia algún tiempo, si no que para colmo de males había sido allí delante de todos que me había enterado que mi esposa no solamente había osado engañarme y traicionar nuestra relación de casados, para convertirme en un perfecto cornudo, sino que lo había hecho con un negro.
"¿Qué podía yo hacer al respecto ya en ese momento?". De todas formas ante ellos y sabría Dios cuantos más pasaría a la historia y las habladurías como un marido engañado y perfecto cornudo casado con una mujer "fácil"- Aunque en esos instantes no dije ni media palabra, pensé dentro de mi aturdimiento aún sin saber qué rumbo tomarían nuestras vidas luego de aquella inolvidable velada.
Dolido hasta lo más íntimo de mi persona, quise buscar el consuelo de aparentar que aquello era algo con lo que yo ya contaba y simplemente me sumergí dentro del silencio del coraje y la rabia que me consumían de saberla capaz de haberme engañado con aquel tipo. Pero por extraño que lo parezca y pocos comprendan, aún y con todo sentía que la quería tanto como el propio dolor, que apoderándose del más puro destello de masoquismo me hacía querer verla comportándose como la más regalada y vil casquivana de las mujeres.
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Isabelle, ¿Mi Regalada Esposa?.
2ª Parte, Cap. 3, 4ª Escena 3ª Parte (. Continúa la larga derrota )
... "Ya después podríamos hablar y decidir si nuestro matrimonio resistía semejante golpe tan bajo"- Creo haber pensado luego, cuando como quiera que haya sido, conseguí contenerme y permanecer callado sin recurrir a la locura al momento en que tras verla voltear a mirarme con cierto aire de arrepentimiento ante la gravedad de la sorpresiva noticia, la vi titubear antes de acercarse a besar el par de testículos que el negro le ofrecía para que se los llenara de besos.
Mas cuando el alborotado cabello de ella me hizo creer que no alcanzaría a verla besarlos, él decidido a que yo no perdiera detalle de lo que hacía, apartó el pelo hacia un lado. Y fue así que con el corazón agitándose por completo dentro del reducido espacio que le daba mi pecho logré no infartarme al verla besar con sus labios aquellos negros testículos, tal y como él decía que lo había hecho la vez anterior.
...Eso mami., ¡ya te extrañaban mis huevos!.- Le dijo para que todos oyeran. Antes de volver a apartarla y sonriente abofetearla de nuevo con el pesado mástil de carne una y otra vez más mientras las mejillas de Isabelle se iban llenando de rastros de liquido pre seminal por doquiera que él la marcaba con éste., hasta que comenzó a dirigir los suaves golpes de su repulsivo pene contra los protuberantes labios de ella.
Y de repente fue allí en algún determinado momento que de repente me di cuenta que aunque nadie la detenía, mi Isabelle ya no intentaba apartarse de los golpecillos que él daba.
-¡Quieres volver a chupármela delante de tu marido!., ¿verdad "Pechitos"?...- En tono sarcástico le preguntó el muy canalla para continuar insultándome al dirigirse hacia ella usando por vez primera el denigrante termino referente a la mas acomplejante peculiaridad de su figura.
...N-n-o.- En franca contradicción a lo que decía con la boca intentó ella negar lo innegable abriendo los labios para decirle pero sin oponerse a que los golpeara con ésta cuantas veces quisiera.
-Mira mi negro.- Interrumpió el momento Samuel. - Yo no sé si quiera chupártela, comérsela toda o que se la pongas en medio de esos monumentos a la leche materna, pero su conchita acá atrás ésta queriendo comerse mi palo cada vez que lo acerco.
-Ah vamos. ¿Con que esas tenemos?... ¿Es cierto eso "Pechitos"?... ¿Quieres que te la clave mi amigo mientras me la chupas?- Reclamó el moreno, volviendo a referirse a mi esposa con aquel grotesco apelativo. -...Anda, dímelo para que le diga si le das permiso de que te retaque su palo dentro de tu conchita mojada...
Y aunque mi esposa no contestó nada, por las reacciones que Isabelle tenía allí delante de mí, el muy engreído argentino siguió amenazando con penetrar el prohibido reducto de su feminidad de un momento a otro si ella se no lo frenaba antes de que eso pudiera llegar a ocurrir.
-¡No, pero si mira no más que cosa!- Festejó en su sonsonete porteño Samuel cuando se dio cuenta que aunque disimuladamente al principio, y pese a la supuesta reticencia que pretendía demostrar, aparentemente de manera inconsciente e involuntaria mi esposa traicionada por sus instintos espontáneamente comenzó a arrimar hacia él su delicioso trasero como si en verdad quisiera aumentar el contacto existente entre ellos buscando encajarse en aquella arma, aun cuando para magnificar su pesada chocarrería y sentimiento de triunfo sobre mi mujer, él luego de hacer notar la irreflexiva reacción que ella tenía ante la proximidad con su falo, para tentarla a que continuara intentando acercarse se apartaba de aquel punto cuando parecía que ella se hallaba por conseguir que la tocara de manera más íntima.
-Te propongo algo "Pechitos". Si tu marido te deja y no se molesta... Aquí mi amigo Samuel te puede encajar tanta pinga como tú seas capaz de recibirme sin atragantarte. ¿Qué opinas?- Lanzó la depravada e insultante propuesta el infeliz negro.
...¡Si petisa!. Tú puedes con eso... Métetela la del negro en la boca y mientras yo te doy acá atrás mi pepino en esta otra boquita hasta que te llegue a las bolas y ya no te quepa más en la conchita caliente.- Celebrando aberrante idea del moreno con aquellas obscenas alegorías se unió a la insana moción el corrupto argentino.
Y luego para aumentar mi perverso letargo y contrariado sentimiento de estupidez, después de soltar otra chocante risita, volteó de nuevo a mirar hacia el punto donde su cuerpo entraba en contacto con el de mi esposa añadió:
-No me digas que no lo quieres... Se te nota que como dice el güerejo éste ya la pides a gritos y quieras sentir una buena poronga aquí en medio... No mientas, si se ve que te hace falta desde hace un buen rato que te den una buena cogida con un buen palo. ¿No es cierto?...
Dejando la pregunta en el aire por unos momentos antes de venir a cazarme de la manera más humillante que hasta esos instantes yo hubiera creído posible.
-Isa. Si lo quieres, necesito que veas a tu marido... El buen Danielín y le digas que quieres que me deje meterte toda mi reata peluda en tu hoyito de vieja casada...
Y entonces lo impensable ocurrió... Por primera vez en toda aquella ominosa noche de aniversario mi mujer en vez de parecer que me retaba o simplemente ignoraba mi presencia y por ende mis emociones al respecto de todo la serie de eventos que había tolerado que aquellos gañanes la hicieran tomar parte, y mostrando cierto aire de complicada nostalgia por el candor que nuestro matrimonio había dejado escapar ya para siempre con nuestra visita a aquel nefasto lugar., por fin pude observar algo de arrepentimiento en su avergonzada mirada cuando volteando a mirarme sus labios apenas se movieron para decirme casi en un ahogado susurro:
-Lo siento Danny, perdóname. - Justo antes de terminar de terminar de abrirlos de nuevo y dirigirlos hacia el anhelante arpón del negro que demandaba por su atención.
...¡E-e-e-eeeesso Mamita!- Fue lo siguiente que se escuchó a alguien decir , cuando teniendo que apartar la vista ya por completo de lo que Samuel estaba por intentar allá atrás del sillón. , el orangután que se hallaba delante de ella gimió al sentir que la enorme cabeza de su negrísimo pene volvía a sumergirse dentro de aquella boca que al menos hasta hacia poco menos de un par de minutos había supuesto tan casta y honesta conmigo. Y que sin embargo ahora para confirmarme del engaño en que había estado viviendo tuvo que abrirse completamente para recibirlo.
Apenas había desaparecido la bulbosa cabeza y las mejillas de mi mujer volvieron a hundirse de manera grotesca cuando para poder amoldar los labios alrededor del venoso instrumento su quijada pareció estar a punto de dislocarse debido al excesivo tamaño del tremendo bocado de chocolate que ahora volvía a retacársele allí dentro., en el mismo instante en que el infame negro complacido le indicó a mi mañoso jefe argentino que podía introducir dentro de ella la corona del pene allá atrás. Y que aparentemente era toda la porción de su pene que mi esposa había conseguido tomar de ración hasta ese momento., ocasionándose a si misma un ahogado quejido que se apago alrededor del inmenso tolete de carne que ahora tenía clavado en la boca cuando la propia cabeza del miembro de hizo lo mismo al comenzar a invadir definitivamente su feminidad, así tal como estaba.
Aun recuerdo , y creo que siempre lo hare, como tiritaba Isabelle al sentir aquel cuerpo entrando en el suyo por vez primera.
...Ouughhh. Peti-i-i-sa.- Pareció derretirse Samuel al comenzar a sentirla aprisionando su pene dentro de aquella natural funda que ella tenía para él, antes de declarar: - ¡Madre santísima que apretadita, caliente y mojada!... Que rica tu concha mamita. Quien no lo supiera y conociera a tus hijos pensaría que soy el primero de tan ajustada que éstas...
Erick fue el primero en comenzar a reírse con su risa de menso cuando escuchó el artero comentario. Mientras, mi pene no podía haberse hallado nunca tan duro., aunque pronto lo sentí ponerse aun más rígido, al ver como mi esposa esforzarse por sambutirse todavía una porción más grande de aquella barra de chocolate sin siquiera ser asistida o presionada de manera ninguna por el dueño de ésta., que se limitó a permanecer parado allí delante de ella y sus labios.
...Nada Samuel. Sólo la pura cabeza tengo metida. ¿Tú como vas allá atrás?... ¿La pura puntita le tienes metida?- Preguntó el mugroso cubano para aumentar el gustoso beneplácito del imbécil de Erick y prolongar la morbosa agonía de mi propia persona. , que tan sólo se acrecentó al verla extenderse un poco más adelante y hacer entrar en su boca por lo menos otro buen par de centímetros, antes de que el moreno la azuzara:
-Oh pobre cosita... Así no vas a conseguir que Samuel te clave más que la pura puntita del palo en tu bollito caliente para que le empapes el pico... Si de veras lo quieres sentir dentro para que se lo mojes, vas a tener que echarle más ganas Pechitos.
Allí., ¡a menos de medio brazo más de distancia se hallaba aquel hombre que luego de verla tomar la barra morena del otro bastardo y después de años de conocerlo a él, a su esposa y sus hijos, estaba estrenando el cuerpo de mi mujer también como suyo!, y permitiéndole yo que lo hiciera, usurpando mi sitio y derechos para acoplarse al cuerpo de ella con su palpitante lanza viril para unirse con Isabelle de ésta forma., en la que supuestamente una mujer casada debería sólo de permitir que su marido lo hiciese de tan prohibida y por demás riesgosa manera. Y mientras recapacitaba en aquella alarmante circunstancia, escuché a Isabelle forcejear y gemir de nuevo al tomar otro poco más dentro de su boca antes de volver a batallar gargareando con aquel instrumento metido allí entre sus labios jugosos que se esforzaban para recibir y acomodar la mayor cantidad que le fuera posible de aquel colosal caramelo de carne.
...¡Si, así mami, tú puedes!. Dale otro poco Samuel... Unos dos centímetros o tres de tú pinga. - Apenas pareció contentarse de tan escaso y tímido avance de ella. Pero lo que siguió fue ya monstruoso y casi imperdonable si no hubiese sido yo tan cobarde de tolerarlo cuando el muy desgraciado sugirió:
-¡Tengo una idea!... - Exclamó. - Cuando Maximus no se quiere tomar sus vitaminas lo que tengo que hacer para que se las tome es taparle el hocico y frotarle suavecito la garganta para que se las trague y no las escupa...
Soltó la atroz insinuación que directamente situaba o rebajaba a mi esposa a la condición de un animal y ya no de una mujer. Y ante la cual Samuel reaccionó de manera casi inmediata y antes que yo, obligado a salir de mi arrobado letargo por el fuerte jalón que éste, el maldito argentino, sin salirse del cuerpo de Isabelle, su "Petisa", la "Chavis" o "Pechitos" del canalla granuja norteamericano de segunda clase ahora le llamaba, me dio en cuanto le cayó la idea a la cabeza. Y empujándome para que me levantara me ordenó indicándome lo que quería que yo hiciera:
-¡Anda cabrón, sé un buen marido y ayúdala!... Apapacha a "Pechitos"... ella es tu perrita y necesita que le demos sus medicinas por los dos lados ahora.- Se vino aun peor el maltrato moral hacia ella y mi persona a través de su misógino e inhumano símil.
Y aunque no sé., o quizás como quien con la esperanza de hallar alguna disculpa ante su cobardía o simple torpeza al ser victimado por otro , y se sabe ya del todo perdido e inútilmente repasa una y mil veces las condiciones que supone que intervinieron en su derrota, a la fecha cuando recapacito sobre lo sucedido, siempre quiero pensar que de haber sido otras las condiciones las cosas no hubiesen pasado como sucedieron. Quizás si no hubiera estado tan herido; tal vez menos bebido e intoxicado o me lo hubiese pedido ella, yo creo que bien pudiera haber intentado hacer algo. Pero supongo también, que todo límite entre lo decente y nuestra dignidad se había rebasado hacía rato y no era ese ya el momento más que de aceptar nuestras naturalezas sumisas y salir lo mejor librados de aquella confusa situación.
...No sé, la verdad es que no tengo idea como es que ambos pudimos ir así por la vida sin habernos dado nunca cuenta de que en realidad éramos bombas armadas y listas para ser detonadas por quien se hubiera percatado antes de la posibilidad de hacer explotar nuestras tremendas debilidades. Pero lo único que si sé o puedo decir a quien quiera enterarse es que al tiempo en que los escuchaba reírse entre ellos, cuando terminé parado allí delante de aquella mujer a la que tanto había yo querido, recapacitando que aunque ellos así la trataran para mí no era una "cualquiera" si no mi esposa y la mama de mi hijo., perdido en el embrutecimiento que al menos venía a servir de escudo para mi cobardía o quizás aún más siniestra personalidad que parecía haber continuado apoderándose de mi alma., como no fuera obedecerle a aquel hombre si es que era cierto lo que me pedía no supe que otra cosa hacer.
Todos reían conmigo parado allí al lado de mi mujer cuando él me aclaro que no estaba bromeando y yo acongojado por la más profunda vergüenza, decididamente angustiado de la abrumadora situación que ahora enfrentaría desde otro ángulo, bajé la mirada temiendo por lo que pudiera volver a toparme, y aunque al encontrarme inicialmente con el destello de la cristalina aflicción reflejada en la vidriosa mirada de Isabelle que devolviendo a la mía a medio camino, quizás menos terrible que lastimosa de descubrir me resultó en un principio al percibir la genuina mortificación que parecía provocarle el hecho de que la viera yo ante tan brutal situación., pero irremisiblemente llegó al verla allí delante de mí con los labios obscenamente estirados alrededor de aquel grueso aguijón que intentaba devorar por completo, y apenas consiguiendo sostenerme la vista por un breve segundo antes de que abatidas por la vergüenza que les quemaba y apartarlas de mí para que ya no las viera, ocultar las pudorosas pupilas bajo aquellas largas pestañas oscuras, que aunque intentaron ocultar su propio bochorno, al reabrirse sus ojos apenas un instante mas tarde para volver a mirarme., sin conseguir ocultar unas lagrimas silenciosas que, completamente perdida de si, junto con un dejo de suplica los inundó para terminar de hacerme comprender lo que sin palabras ella quería darme a entender que sucedía en aquel sitio entre sus desbordados instintos de fémina y aquel par de abusadores.
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... ¡Sí Dan!. Ayúdale. Después de todo es tu esposa., ¿no?...- Se burló de mí el fornido y gigante moreno, antes de instigarme.- ...Empújale la cabecita para que reciba completa mi pinga.
Mis oídos y cabeza parecían querer estallarme. Me temblaban las manos cuando aturdido, por obedecerlo, toqué una de las mejillas de mi Isabelle y al puro tacto me percaté de lo tensa y abultada que se encontraba con aquel órgano que tenía dentro de la boca. Y estremeciéndome de poder percibir la bulbosa cabeza de él a través de la distendida carne de su cachete, y como si me hubiese quemado en una hornilla caliente, sobrecogido de mi descubrimiento me apresuré a comenzar a bajarla con rumbo hacia su cuello al tiempo en que aun algo apenado del indiscreto hallazgo la otra la usé para acercarme por encima del sedoso cabello hacia la parte posterior de su testa., donde se halló más cómoda que la primera.
Y aquí fue donde las cosas comenzaron a tornarse incluso aun denigrantemente más confusas para mí, cuando volviendo a percatarme de la persistente apretura que sentía dentro del reducido confinamiento de los calzoncillos, terminé de convertirme en algo apenas poco menor que una estúpida marioneta que al saberse víctima de sus primitivas, aunque muy humanas reacciones, que le acusaban a acuciosas esperaba poder ocultar la aberrante situación que acusante ya deformaba el frente de los pantalones al momento de escuchar a Samuel dirigirme: -Eso Daniel, ayuda a la tetona de tu mujer a que tome toda la pija que tú le has negado este tiempo...
Y sin poder imponer algo de dignidad, bajé la vista apenado de mi papel allí delante de ellos al mismo tiempo en que esperando estar a la altura de sus expectativas intenté complacer sus indicaciones empujando suavemente la cabeza de mi mujer hacia el frente , también acaricié delicadamente su esbelto cuello paseando mi mano sobre la garganta de ella, hasta que la sentí tensarse bajo mis dedos.
...¡No, no, no!. Esos son apenas otros dos centímetros Daniel. Dile Pechitos... Dile a tu maridito que quieres probar mas dentro mi pinga hasta el fondo de la garganta para que Samuel te meta su palo.- Se quejó de mi esfuerzo el bastardo moreno.
-¡No inventen cabrones!... que pasados de lanzas son con Chavela- por fin volví a oír la voz del infeliz de mi pupilo proviniendo de algún sitio fuera de mi espació de plena conciencia.
Pero ni aun con esas palabras que dicho sea de paso, en realidad no eran de censura por parte Erick hacia ellos, si no mas bien de envidia por haberse adelantado al festín que ahora se daban el par de chacales con mi mujer, y ni aunque así hubiese sido., y que repentinamente él al percatarse de la inmensidad del abuso que cometían en contra de nuestro matrimonio, arrepentido de haber propiciado aquella ordalía, ahora intentase abogar por ella iban a detenerse de ninguna manera ya en ese punto. Eso me quedaba claro desde hacía ya varios minutos, pero para agraviar aun más mi condición de marioneta humana de eunuco, una nueva punzada de agonía vino hacia mí cuando sin poder apartarse de aquella venosa arma viril intentó mover la cabeza alrededor del descomunal falo que tenía clavado hasta el fondo para asentir en el mismo momento que desde la profundidad de su garganta surgía una especie de ahogado gruñido que me fue difícil de comprender.
- "Ummppfghh Humm S-s-sighhh Pofghh Faaghhh- ooghh"- O algo semejante a esos sonidos fueron los que alcancé a distinguir que ella articulaba antes de que conmovido por su tremenda sumisión frente ellos y aunque lleno de nervios ante mi servil actitud pero trastornado hasta la medula de los huesos por la excitación que me producía la desvalida condición de mi esposa que cada vez parecía abandonarse más ante su verdadera naturaleza, con mis pantaloncillos totalmente empapados ya la ayudé a continuar engullendo la gruesa barra de carne hasta la cabeza de aquel miembro le llegó a la garganta y ella empezó a recular.
Sus parpados volvieron a abrirse como si los inflamados ojos fuesen a estallar y desperdigársele fuera de las órbitas que los contenían. Las aletillas de su respingada nariz se contraían y extendían con agitación al esforzarse por respirar mientras sus mejillas volvían adquirir un tono inflamado cercano al amoratado y de las comisuras de los labios empezaban a escurrir dos espesos hilillos de baba espumosa que bajaron hasta mi mano.
...¡E-e-eso Cabrón!. As-s-sssí. !Sigue empujando esa boquita de puta en mi palo de negro!.- Mugió el orangután hasta que para mi propia sorpresa sentí que bajo la mano que sujetaba su garganta, esta parecía abrirse de pronto como si algo comenzara a avanzar por su esófago al ser engullido de manera similar a como lo hacen las víboras para tragar alguna presa.
-¡E-sso mamita!., ¿ya ves como si te entra?... Vieja putona...- La insultó complacido antes de ordenarle: -Trágatela toda completa cabrona... - y dirigirse a su compañero de correrías. - Tú Samuel dale duro tu pinga mi hermano., que la vieja de éste cabrón lo merece... ¡Mira que linda se ve con mi nabo metido hasta el gañote!.
Isabelle aun con aquella arma del negro encajada hasta donde yo jamás me había imaginado que pudiera ser capaz alguna mujer de aceptar comenzó a convulsionarse alrededor de aquel miembro cuando sintió que Samuel invadía de manera más decidida la marital hendidura que hasta ese día y desde que nos habíamos casado siempre supuse que sería ya sólo mía. Las rizadas volutas de vellos púbicos del demandante negro parecían estar por rozar la delicada nariz de mi esposa, cuando intempestivamente el malvado moreno oprimió contra mi mano la fuerza de su palma para aplastarme la mía y hacerme lanzar la desprevenida cabeza de ella hacia adelante con un fuerte empellón y tocar por un breve instante hasta el fondo de donde la tranca de ébano pudo llegar y enseguida apartarse hacia atrás con el pene chorreante y completamente cubierto por la reluciente saliva que mi mujer había producido en su intento por complacerlo.
Al verla con el rostro desfigurado por la presión de los más de quince o veinte centímetros que aun alojaban sus labios tras inesperado retroceso del émbolo sexual de aquel negro, pensé que estaba por perder la conciencia entre mis manos luego del brutal empujón que este le había propinado, hasta de repente como un animal sufriendo de una fuerte descarga de electricidad, comenzó a sacudirse como una yegua salvaje oponiéndose a ser montada por vez primera, aunque a ésta, la mía, le resultaba ya imposible desembarazarse de ambos jinetes que la domaban y habían llegado para domesticarla a su antojo. Mi bella Isabelle aun con el espacio cedido por el brusco Tomás, buscaba retroceder ante el pedazo de carne que tenía parcialmente atorado casi en la caja torácica de su convulsionado pecho mas allá de la garganta, pero la superior fuerza y determinación del infame cubano era más que la suya y la mía., y así para sorpresa mía y de los otros que rieron ante la inusitada reacción de su empequeñecida figura, que junto con nuestra vulnerada voluntad súbita e impensadamente comenzó a ser recorrido por una serie de reveladores espasmos que anunciando el sobrecogedor estado de excitación en que habían conseguido hacerla caer de manera tan aplastante, pese a tanto maltrato dentro de ella comenzó a nacer un atronador orgasmo que no pasó inadvertido para ninguno.
-Ya está explotando... La siento alrededor de mi palo viniéndose. - Anunció de inmediato Samuel muy complacido al tiempo en que buscando aumentar el súbito estallido, guió una de sus manos hacia el punto donde los cuerpos de ambos se unían.
Las piernas de Isabelle parecían estremecerse del mismo modo en que de su retacada intimidad surgían sonidos acuosos que denotaban el grado de excitación que había dentro de todo su ser con aquel par de miembros clavados dentro de ella.
...¡Aaighh!. ¡Aaughhh iiii te van vieja zorra!... Linda boquita, que rico...- Bramó el negro volviendo a empujarse hasta el fondo y luego volver a sacar su negra tranca venosa antes de afianzarse con ambas manos al cabello de mi esposa para no permitirle que escupiera lo poco que dejó alojada de ésta dentro de la boca de ella. Quedando ya tan sólo la enorme cabeza de su virilidad cobijada entre sus mancillados labios.
Lo tantas veces ansiado por mí poder hacer con ella de pronto ocurrió cuando de pronto lo inevitable comenzó a suceder y conmovido por una irremediable oleada de celos, trastornado por el tétrico espectáculo del que finalmente había yo consentido en formar parte observé sus mejillas inflarse como un pez globo que en vez de agua u oxigeno intentara contener el estallido de una granada de semen arrojada en el interior de su boca.
Ya para ese momento en que para mí todo sucedió de manera frenética y casi simultánea aunque me pareció eterno , lo que fueron unos cuantos segundos., Samuel habiendo perdido también cualquier compostura posible, al notar el paroxismo de la situación que culminaba allá delante de él con la explosión de pesado semen de negro que era arrojada hacia la envilecida oquedad de mi esposa, sin contemplación alguna hacia ella comenzó a arremeter en contra del violentado cuerpo de Isabelle con todos sus ímpetus, empujándola contra el respaldo del sillón hasta que la silente moldura de éste empezó a marcarse en la desnuda porción de los aporreados muslos de ella e incluso con todo y nuestros pesos el elegante mueble se movió de su sitio sobre la alfombra. Y mientras el viril gaucho, usando el ancho cinturón del liguero a modo de arreos para asirse a ella y sujetarla mientras inmisericordemente la embestía desde atrás, de pronto, e imposibilitada de ir a otro lado como no fuera su estomago o buscar escapársele por otra incorrecta vía como la nariz., de las comisuras de los mancillados labios de ella comenzó a brotar el exceso de una espesa pasta de color entre blanquecino y grisáceo como la salmuera.
...Mamita. Que linda te ves. Parece que si te doy un poco más o Samuel se te viene allí adentro en este momento se te saldría hasta por las narices y orejas.- Sorprendentemente para mí, el orangután negro alcanzaba a articular palabras e ideas aun cuando su pesado instrumento comenzaba explotar y chorrearse entre los labios de mi ultrajada señora. Cuya condición se agravó cuando para hacerle las cosas todavía más difíciles, el muy canalla delante de mí con sus negros dedos taponeó la nariz de Isabelle.
Los llorosos ojos de mi pobre mujer volvieron a abrirse cuando ella, sorprendida ante el efecto de la inusitada obstrucción de nuevo se vio impedida de respirar por otra vía, y el vacío que su boca produjo alrededor del obsceno aparato del negro ocasionó que tragara su semen y para colmo de males, ante la confusión de su cuerpo, parte de éste fuera en dirección a sus senos nasales y comenzara a atragantarse para después, cuando él habiendo conseguido completar su estúpido juego de devastación soltó las colapsadas cavidades justo un instante antes de retirar de un solo golpe ya todo el pene de los corrompidos labios de ella pero su semen había comenzado a ser expulsado violentamente por éstas y con horror la pude ver intentando contener todo aquel torrente que equivocadamente había ido hacia ese lugar y ahora amenazaba con ahogarla.
...¡ La vas a ahogar pinche negro!... ¡No seas pendejo!.- Cerca de mí. Parado al lado del abusivo negro, de pronto gritó mi ex pupilo , francamente apurado al tiempo en que lo vi apresurarse para intentar hacer algo por auxiliarla cuando mi esposa comenzó a escupir y convulsionarse alzando las manos hacia su rostro.
...Orgghh grhhghh aghhh. - Buscaba ella desalojar toda aquella sustancia de su interior en un instante que parecía suceder en cámara lenta ante mí aunque todo ocurría rápidamente.
-Tranquila Petisa... M-e vas a hacer e-e-s-tallar...- Anunció Samuel, indicando que con aquellos espasmos el cuerpo de mi mujer estrechaba su pene dentro de sus paredes vaginales.
Aagghhh ... aghhh tra-an-qu-.i-i-lo...- Aún sin haber culminado su climax de la punta del miembro del aborrecible negro, brotó otra nueva descarga que fue a parar inicialmente al alborotado cabello de Isabelle para enseguida escurrir en su accidentado camino hacia abajo sobre su fleco., alcanzando inmediatamente su frente, y describiendo un trazo similar al de una "S" cubrir parcialmente el parpado izquierdo y terminar de caerle sobre la punta de su respingada nariz.
Acompañando inmediatamente a esta descarga otra más que alcanzó directamente el surco nasolabial de su rostro, justo debajo de la nariz en el pliegue de sus abultados labios y al haber estado ella cubriéndose parcialmente con la mano la boca al escupir, fue a dar sobre la montura y brillante del dorado anillo de compromiso que empaño su acostumbrado fulgor bajo el deshonroso engrudo que fue arrojado encima de éste por aquel pene antes de descontroladamente dirigirse el resto del espeso chorro de semen hacia su cuello y terminar dividiéndose la olorosa poción entre un hilo que quedó colgando entre las perlas de su collar y lo demás ir a darle en medio de los indefensos pechos que para ese momento ya se encontraban mojados ligeramente rociados con las sustancias que involuntariamente habían escurrido hacia ellos durante el ajetreo.
El tipo éste parecía haber estado decidido a usar el envilecido cuerpo mi mujer, su subordinada; mi esposa, madre de dos hijos y ahora simple objeto o juguete sexual de sus mas cerriles antojos , como un lienzo humano sobre el cual, para su propio divertimento, embadurnar toda clase de fluidos corporales y manchar con ello aparte del buen nombre de ella, el de nuestra propia familia, tanto como mi dignidad de marido cobarde y disminuido.
-Aaghhhh... - Con aquel último gemido finalmente el suplicio había terminado por ese momento. O al menos eso pensé por unos instantes, aunque sin saber que hacer parado allí al lado del hombre que delante de mí había osado profanar de tal forma el cuerpo de aquella mujer a la que tanto yo amaba.
-Tú en vez de quejarte deberías fijarte como le dejaste los panties mocoso... Ahora si mucho te apura., y no hay con que limpiarse ya lo que queda de leche... Consigan algo con que nos limpiemos...- Pareció ordenarnos a ambos. Por lo que yo intentando evadirme de alguna manera del funesto final que presagiaba pronto vendría a manos del siguiente hombre que ahora aparte de mi bienestar económico, entre las piernas de mi mujer tenía alojada la posibilidad de arrastrar lo poco que aun pudiera quedar del Daniel que había entrado aquel sitio menos de dos horas atrás., y por no atreverme a querer presenciar lo que se avecinaba, indeciso por mis propias reacciones pensé aprovechar la oportunidad de alejarme de aquella dantesca escena, pero aparte del alcohol y el desinhibido paquete que separando mis emociones de los verdaderos antojos de mi propio cuerpo me incomodaba dentro de los pantalones, algo había que me impedía dejar de continuar viendo todo lo que sucedía entre mi esposa y aquel poderoso galán que permaneciendo dentro de ella era ahora el único que la amanceba hasta el delirio.
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Isabelle, ¿Mi Regalada Esposa?.
2ª Parte, Cap. 3, 5ª Escena (. ... "Perro que poca madre. Perro cabrón" )
Ya libre del imaginario yugo con que Tomás me había obligado a presenciar la innecesaria rudeza que sin reservas mi esposa era capaz de soportar, contrariado ante mis propias reacciones y con angustia volvió a mi cabeza la idea de que salvo que también eso me fuera a ser una sorpresa, al menos hasta donde yo bien sabía Isabelle nunca se atrevería a tomar tal riesgo., me lamenté por no tener la menor noción de los periodos de mi esposa, quien limitando nuestras relaciones habitualmente a los espacios seguros del mes no tomaba nada para prevenir la posibilidad de algún embarazo, sin embargo en esta noche en particular , aparte de haber no haber podido impedir que el muchacho peligrosamente esparciera sobre la ligera tela que cubría el área cercana a su feminidad, yno conforme con ello posteriormente había permitido que este otro canalla la penetrara sin recaudo alguno que la protegiera de la posibilidad contraer cualquier tipo de problema de aquel mujeriego, mientras que yo aun con el inmenso temor que aquella circunstancia me producía, para no darles ideas con las que hicieran mayor escarnio de ella o de mí, no quise a aventurarme a comentar o preguntarle nada al respecto ya en esos momentos. Y tan apenado de mi notable erección tanto como de la profunda excitación que me producía ver a mi propia señora tan entregada al placer que parecía estar prodigándole la enorme virilidad contra la que ahora deliberadamente se dejaba encajar aun a sabiendas del profundo riesgo que ello implicaba, me limité a esperar que nada malo ocurriera si era que acaso él para llegar al colmo de las todas las afrentas posibles decidía terminar dentro de la desprotegida vagina que ella parecía estarle ofreciendo para que se descargara.
Él casi gruñía: - Petisa que rico lo aprietas. ¡Éstas tan estrechita que me los vas a sacar!... Nada más te miro las nalgas y siento que ya me corro en tu hoyo caliente.
...No o-o-ohh... Sa-a-am... Me- eghh- jo-ooohr no-oh ooo... E-e-estás mu-u-uy... de-ehhh eghn...- Entre gimoteos y gemidos mi esposa parecía estarle pidiendo que no terminara dentro de ella cuando habiéndome movido hacia atrás del atropellado mueble volteé hacia ellos.
De cualquier forma, al no querer terminar de convertirme en cómplice de tan inmoral apareamiento, sin creerme capaz de atreverme a ser testigo finalmente de ese momento sin tener que cargar en mi conciencia el no haber hecho nada para impedirlo, al menos con la idea de apartarme de aquel sitio tanto como de liberar un poco de la extrema tensión que sentía, vacilando al moverme con aquella intensa erección apretujándoseme dentro de los calzoncillos empecé a separarme ligeramente del sillón donde todo ocurría. E Intentando no darme a notar, casi tanto como no tener que voltear a mirar ya mas la escabrosa escena que continuaba desarrollándose entre mi mujer y aquellos tres hombres que sin importarles quien fuera ella la habían sobajado a la mera condición de una cualquiera aunque en realidad fuera mi esposa., de verdad lo intenté, pero cuando volví a escuchar el pegajoso acento argentino del hombre que aparentemente había decidido jugar a la ruleta rusa con ella, con el corazón en un hilo tuve que voltear a mirarlos de nuevo.
La incontenible carnalidad de la escena que vi parecía haber salido de la película más sórdida que jamás hubiera yo visto. En algún momento mi esposa se había apresurado a llevar una de sus manos hacia atrás para, mientras que continuaba sosteniéndose sobre la otra sobre el sillón, apoyar la palma de ésta contra la pierna de Samuel y poder así controlar la profundidad de las tremendas embestidas que él le propinaba contra el centro de todo su ser.
Como si atraída por la fuerza de un poderoso imán que me jalara la vista hacia aquel punto, en el que aquella mujer que ahora era poseída y se entregaba casi sin contemplaciones a las poderosas arremetidas que el engreído argentino propinaba a su cuerpo, y con la intención de contener hasta donde le fuera posible la profundidad de las bestiales acometidas que seguramente llegaban a topar contra su cérvix, y mientras yo la observaba apoyando únicamente la mano en la que aún lucia aquel corrompido aunque todavía candoroso fulgor empañado del anillo que la señalaba como mi esposa, debo admitir que aun cuando la visión que fue arrebatadoramente sobrecogedora, quizás fue incluso menor a la desmedida impresión que me llevé al verla allí con los muslos aprisionados entre las poderosas piernas del alebrestado gaucho expatriado y el medio respaldo del infame chaise lounge con sus piernitas separadas en un abierto compas que lo invitaba a que siguiera gozándola mientras ella se le entregaba.
-¡A-a-ay!... P-pa-ap... ¡S-s-aml!...- Intento corregir Isabelle antes de concluir entre ahogados gemidos, pareciendo tampoco poder terminar de llamar a Samuel por su nombre.
-¿Te gusta Petisa?... ¿Ya viste que grande la tengo?...- Para aumentar mi desasosiego dentro de un fuerte estertor, mas que preguntarle, parecía refunfuñarle ya mas fuera de sí el hombre que la penetraba hasta lo más profundo de su canal amatorio.
...Eh- ehgh- ehh... S-s-i la tienes m-muy r-i-ica... E-estás hasta ad-dhhh...- De repente, supongo yo que alcanzada en algún punto en lo más profundo de su ser ella pareció confesar sin poder concluír.
...¡Tómalos... Tómalos todos petisa. - Bramó el.
-Ahahh ahhh... T-e siento hasta dentro... ¡¿M-e- eh los vas a re-e-ehhhga-l-ar?!- Trastornada por la pasión de sentirse mujer la escuché perderse con la misma pregunta que acostumbraba hacerme a mí cuando sentía que estaba por terminar., por lo que no queriendo ser testigo de aquel momento en que ella le entregaba ya la completa posesión de su ser, sobre mis pies vacilantes me dirigí hacia donde pensé que se hallaba el sanitario para los invitados.
Suponía que no tenía ya nada más que ver., y con ella doblada por la cintura delante de él, prefería apartarme para dejarla a solas con la decisión de aceptar que aquel garañón se vaciara dentro de ella o no, aunque al encaminarme entre la penumbrosa luz del corredor iba pensando en las posibilidades de lo que sucediera. Y aun cuando confiando en que al menos no hubiera consecuencias posteriores que lamentar opté por dejarla sola para no presenciar ese momento, sabiendo que aunque las probabilidades de quedar en cinta afortunada o desafortunadamente para algunas parejas no son siempre tan acertadas como muchas veces quisieran, e Isablelle bien pudiera haber tenido la precaución y recaudo de tomar algo para impedirlo , para mí, mi esposa bien podría ya estar a punto de terminar saliendo preñada de aquel ilícito apareamiento que había permitido que el ingrato argentino tuviera con ella antes de que acabara la noche o ellas acabaran con ella.
Pero bien dicen que Dios aprieta pero no ahorca, o por una parte te da y por otra te quita., las cosas no terminaron en ese momento y sin antes darme un nuevo y último angustiante tormento que vino cuando después de encontrar dos puertas cerradas al final del pasillo de pronto Erick se me acercó por detrás y temiendo que fuera a decirme algo respecto al abultado paquete que me incomodaba en la ingle, me calmé al ver que en vez de decir cualquier cosa, tan sólo me dirigió una enigmática mueca apenas un segundo antes de preguntarme si había encontrado ya el papel, e inesperadamente me di cuenta del momento en que abriendo la equivocada de pronto saltó hacia atrás al tiempo en que intentó prevenirme.
...¡Ay Güey no. Pinche perrote!. -
Aquel alarmado grito de Erick -"¡ Ay güey no. Pinche perrote!"- Fue lo primero. Seguido por la sorpresa que me ocasionó verlo salir impulsado hacia atrás por el perro más gigantesco que pasando enseguida encima de mí hubiera visto jamás tumbándome al piso después de aventar al desprevenido muchacho contra la puerta a la que fue a dar antes de caer al piso
La conmoción no sé hizo esperar cuando habiendo olvidado lo que sucedía a unos cuantos metros del lugar donde caí., temiendo que como reacción natural el animal fuera a morderme por encontrarme dentro de su territorio, después de detenerse apenas un instante para olisquearme no me consideró digno rival de su imponente figura y resbalando con sus almohadillas caninas y gruesas uñas sobre el pulida madera del piso se precipitó hacia la estancia donde se escuchó el alboroto de Samuel, a quien aun golpeado y con toda mi humanidad tirada en el piso sobre el cual había pasado el enloquecido cuadrúpedo alcancé a ver reaccionar volteando a mirar hacia la obscura bestia de pelo lustroso que después de un par de sonoros ladridos ahora se les había unido para sorprenderlos al final de la copula.
¡Maximus!... - En seguida se escuchó la ronca voz de su amo gritarle al negro animal.
-¡Espérate!... ¡¿No muerde?!... - Alcanzó a preguntar temiendo por su seguridad al tiempo en que sin pensarlo más se apresuró a apartarse de mi esposa cuando éste intrigado aun dentro de su alebrestamiento reparó en lo que sucedía y pareció dirigirse hacia él.
¡Espérense!., ¡espérense!... ¡Tranquilos!- Intentó serenarlos Tomás.
-¡Tomás!... ¡No Tomás!... - Petrificada en el sitio le siguió entonces la aterrada voz de Isabelle gritando con todas sus fuerzas mientras el bestial alano comenzaba a olisquear todo lo que le quedaba a su paso y pasando cerca de su amo se detuvo apenas por un par de segundos a reconocer el olor de las pantaletas que habían ido a parar a la alfombra de aquella habitación.
-Tranquila Isabel, no grites.- Con voz determinada le indicó de inmediato el moreno intentando contener a su bestia cuando pasó cerca de él pero al encontrarse tan desnudo como el animal, supongo que también temiendo algo por su propia integridad, buscó algo con que cubrirse los genitales antes de atrapar al errático perro que dándole la vuelta al sillón donde todo había estado ocurriendo pasó se acercó hacia el mueble sobre el que cual, el acobardado Samuel Penotti en un intento por protegerse se había subido sin pensarlo más de dos veces.
...¡Tomás no!. ¡No dejes que se me acerque!... - Aterrada y vulnerable mi mujer volvió a suplicarle cuando vio que el animal ahora le dedicaba un segundo vistazo para dirigirse ahora hacia ella.
Yo que ahora me había levantado parcialmente del brutal empellón que el perro me había propinado, me había recostado contra la pared del pasillo mientras toda la acción sucedía como en cámara lenta a unos cuantos metros de mi aturdida persona., y fue así cómo sin poder hacer tampoco nada por impedirlo observé al animal acercarse hacia mi esposa que salvo por un notorio temblor que parecía recorrerle las piernas hasta los pies que vacilantes y llenos de nervios se movían sobre sus tacones mientras que ella intentaba permanecer clavada a la alfombra tal y como había quedado con las piernas abiertas después de que el asustado garañón que había estado sumergido entre ellas abandonara el cobijo que ella le había estado obsequiando para que la poseyera haciéndola suya.
-Sólo quiere jugar... - El desconcertado moreno intentó parecer convencido de lo que decía a Isabelle, aunque yo no estaba tan seguro de que supiera bien a bien lo que le decía para calmarla. Ni mucho menos cuando dejando que se le acercase se encontraba más preocupado por terminar de cubrirse antes de ir a contener al atemorizante animal que de apartarlo del sitio al que sin duda se dirgía.
Para aquellos que no lo sepan, y disculpando que haga un pequeño paréntesis, tan sólo les diré que aun sin saberlo el estado de conmoción de mi esposa y mi fundado temor ante lo que aquel animal pudiera intentar hacer en seguida, se derivaba del saber que más que los caballos o los cañones y escopetones que los españoles hubieran usado para conquistar buena parte de América, dada la bravura de los perros alanos fue que habían empleado esa raza de animales para sojuzgar a los pueblos indígenas de éstas tierras a quienes incluso habían dejado que además de ser atacados, en algunas regiones habían dejado que los comieran para mantener satisfechos los despiadados instintos de aquellas bestias.
Así pues, fue que alarmado al notar la imponente altura del animal que fácilmente daba a la cruz unos setenta centímetros, esperando que el amo de éste lo controlara, sobrecogido observe cómo se acercaba a olisquear a mi esposa empezando por los zapatos. Subiendo enseguida su robusto hocico por una de las piernas de ella hasta detenerse brevemente poco más arriba de la pantorrilla donde permaneció un poco mas rodeándola mientras detectaba el olor de Isabelle que simplemente no sabía que hacer.
...Max. Aquí muchacho. - De repente me sorprendí a mi mismo cuando titubeante terminé de pararme del piso para encaminarme hacia el feroz animal y llamándolo por su nombre intenté de alguna manera ayudar a mi esposa ya que el estúpido negro no lo hacía y se hallaba más ocupado buscando ponerse los pantalones al tiempo que también lo llamaba en inglés:
-Maximus , stay calm boy. Come here...- Aunque el perro ignorándolo por completo se hallaba más entretenido registrando los aromas del cuerpo de mi mujer...CONTINUARÁ...
donde puedo leer el capitulo 8?
ResponderEliminar¿para cuando la continuacion?
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